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La consternación reina en Tucumán; la emigración se hace en masa, porque en aquella ciudad los federales son contados. ¡Era la tercera visita de Facundo! Al día siguiente debe repartirse una contribución.

Al tercero por la tarde, cerca de la hora del obscurecer, se le ocurrió a doña Paula subir a hacer una visita a su hija Ventura, que desde el traslado del Duque había vuelto a ocupar el piso segundo. Muy rara vez subía ya la buena señora la escalerilla de caracol. Pero aquel día se sentía más ágil, más desahogada del pecho.

Durante algunos minutos permaneció don Pablo con el oído en el aparato, prorrumpiendo en alegres exclamaciones, como si le satisfaciese lo que le decían. Cuando volvió hacia Montenegro, ya no parecía acordarse de lo que motivaba la visita de éste. ¡Van a entrar, Fermín! exclamó frotándose los manos. Me dicen de parte del alcalde, que los de Caulina comienzan a dirigirse hacia la ciudad.

¡Ya! exclamó Isagani con risa amarga; para ése las atenciones porque es rico... vuelven los soldados de las espediciones, enfermos y heridos, ¡y á ellos nadie los visita!

¿Y quién es esa mujer? No se sabe. Ha aparecido de repente en la corte; vive en la calle de Amaniel con una dueña y un escudero, y la visita mucho el duque de Uceda. ¿Y no la visita nadie más? Dicen que tarde, de noche, suele entrar en la casa un hombre. ¿Y quién es ese hombre?

Adriana propuso en su ánimo volver a aquella casa y lograr, siquiera con súplicas, la relación sentimental de la tragedia. Se la dirían llorando, y ella, la hija del hombre adorado, abrazaría a aquella hermana mayor y también lloraría a su padre desconsoladamente. Otro episodio se asociaba también al recuerdo de su visita a la familia de Aliaga.

, , ya que el duque visita á la Dorotea. Pero no sabéis quién ha andado de por medio para concertar esas visitas. , , ya que el medianero, el que ha llevado los primeros regalos, el que acompaña de noche al duque y le guarda las espaldas, es don Rodrigo Calderón. Vamos, pues de seguro no sabéis que el duque de Lerma es quien paga, y don Rodrigo Calderón quien goza.

Cuando Isidro volvió a casa, pensaba en su visita a la cárcel como si fuese un ensueño. ¡Y su hermano, un pedazo de su carne, vivía allí con delectación, como si la esclavitud le colocase por encima de los demás! No ocultó a Feli el mal efecto de su visita. Haré lo que pueda por ese granuja, aunque él, por su gusto, mejor está allí.

Aquella aparición en el campo de batalla, en medio del zumbido de los cañones y del choque de las armas; la inesperada presencia ante de aquella cara celestial, fielmente reproducida por un buen artista; la sonrisa iluminada que creí observar sobre la placa, cuando fijé en ella mis ojos; aquella repentina visita, pues no era otra cosa, de mi fiel amiga, cuando yo hacía tan vivos esfuerzos para ser digno de ella, me regocijaron de un modo inexplicable.

Perdonad, Marta dijo con más calma , perdonad el sentimiento que me arrebata. ¡Ah! os lo ruego, antes de que os declare formalmente el objeto de mi visita, decidme que no habéis permanecido indiferente a mi cariño. que vuestro corazón es sensible y agradecido, pero me sería muy dulce sentir una palabra halagüeña de vuestros labios queridos.