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Actualizado: 26 de julio de 2025
Visita las cárceles, las carnicerías y las plazas, que la presencia del gobernador en lugares tales es de mucha importancia: consuela a los presos, que esperan la brevedad de su despacho; es coco a los carniceros, que por entonces igualan los pesos, y es espantajo a las placeras, por la misma razón.
Entretanto, el calor no tardó en producir un efecto somnífero; la linda cabecita de cabellos rubios cayó sobre la vieja bolsa y los ojos azules fueron velados por sus párpados semitransparentes. Pero, ¿dónde se encontraba Marner en el momento en que aquella extraña visita acudía a su hogar? Estaba en la choza, pero no había visto a la criatura.
Pues bien; en la virtud de este retrato confiaba grandemente el hijo de don Santiago Núñez para facilitar sus primeras exploraciones en el ánimo de su madre. Sobre este apreciable matrimonio apenas se veía la huella del tiempo corrido desde que el lector le conoció, con motivo de una visita que le hizo la marquesa de Montálvez.
Antes de salir de casa entró en ella el médico, que iba a saludarme aprovechando la oportunidad de la visita casi diaria que hacía a mi tío, particularmente desde su última y grave enfermedad.
El marqués debía partir dentro de tres o cuatro días, el sábado 6 de mayo, día fijado para la salida del vapor a cuyo bordo tenía ya su pasaje, prometiendo a la vizcondesa en su visita de despedida que desde Nueva York le pondría un telegrama anunciándole su llegada, y como se pusiese de pie para dejarla, la amable señora le presentó sus frescas mejillas cubiertas de rubor, diciéndole simplemente: Bese a su hermana.
»De pronto se dio una palmada en la frente, y en seguida me refirió, con muy curiosos pormenores, una visita que había hecho el día antes a Leticia. » ¡Esa es la mano! dije sin titubear . De ella es el rastro que yo veía sobre el papel. No andando suelto por la tierra Satanás, sólo en Leticia, contrariada y ofendida, cabe una felonía como esa. ¡Qué desalmada!
Se puso el doctor como una cereza.... Miró a Visita con torvo ceño y echándose a adivinar exclamó con enojo: ¡Estamos mal!... Aquí se ha hablado mucho.... Me la han aturdido, ¿verdad? ¡Como si lo viera... mucha gente, de fijo... mucha conversación!... Entonces fue Visita quien sintió encendido el rostro. Somoza había adivinado. No sabía medicina, pero sabía con quién trataba.
¿Qué va á hacer usted esta tarde? preguntó Robledo á Celinda . Seguramente lo mismo de las otras tardes: visita general á los grandes modistos de la rue de la Paix y calles adyacentes. Ella aprobó con un movimiento de cabeza este programa, mientras Watson reía.
Era el homeópata madrugador y comenzaba muy temprano sus visitas. Bonis le encontró vestido y acicalado, como para ir a pagar la visita a un embajador, que así era como él siempre se vestía para acercarse a la cabecera de sus enfermos.
El piloto era enemigo de estos amarres, que dejaban libre el paso á los curiosos y los importunos. Cuando se había dado cuenta de la visita, la señora estaba ya en la cubierta, cerca de las cámaras. Recordaba bien el camino del salón: quería seguir adelante; pero él había hecho que Caragòl la detuviese mientras venía á avisar al capitán. ¡Cristo! murmuró éste . ¡Cristo!...
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