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Lo ha sido dijo con una voz hueca y confusa, volviendo sus ojos hacia . No tenía la menor idea de su intención. Confieso que he venido aquí, porque me obligó a que viniera a tener una entrevista con él. Ha sabido la muerte de mi padre y comprende ahora que puede obtener dinero de ; que tendré por fuerza que ceder a sus exigencias. Pero creo que me podrá decir su nombre, por lo menos exclamé.

Que no le viniera con dianas, que ella se sabía bien que a las tantas no se vuelve de la iglesia, y no pusiera en el duro trance a su padre de quitarle la llave de la puerta de calle que, por mal de sus pecados, había conseguido ella se le diera antes de cumplir los catorce años.

Y esto hecho y proveido, mandó Inca Yupanqui que viniesen allí los plateros que en la ciudad habia, y los mejores oficiales, y dándoles todo aparejo allí en las Casas del Sol, les mandó que hiciese un niño de oro macizo y vaciadizo, que fuese el tamaño del niño del altor y proporcion de un niño de un año y desnudo; porque dicen que aquel que le hablara cuando él se puso en oracion estando en el sueño, que viniera á él en aquella figura de un niño muy resplandeciente, y que él vino á él despues, estando despierto, la noche ántes que diese la batalla á Uscovilca, como ya os he contado, que fué tanto el resplandor que vió que dél resultaba, que no le dejó ver qué figura tenia; y ansí mandó hacer este ídolo del tamaño y figura de un niño de edad de un año; el cual bulto se tardó de hacer un mes, en el cual mes tuvieron grandes sacrificios y ayunos.

ELECTRA. Llámame lo que quieras, Máximo; pero ángel no me llames. ELECTRA. Ni eso. MÁXIMO. No tanto. ELECTRA. Mira que no hay más. He creído que en estos apuros, vale más una sola cosa buena que muchas medianas. MÁXIMO. Acertadísimo... ¿Sabes de qué me río? ¡Si ahora viniera Evarista y nos viera, comiendo, así, solos...! ELECTRA. ¡Y cuando supiera que la comida está hecha por !...

De modo que en punto a comodidades y vituallas el agonizante marquesado habría terminado con un desastre igual al que han sufrido formidables imperios si no viniera en su auxilio una industria que, si bien es algo prosaica, tiene algo de noble por estar emparentada con la hospitalidad.

La fecha anunciaba que la señorita Cristina había recibido aquella misiva dos ó tres semanas antes: al parecer, la pobre joven, no sabiendo leer y no queriendo confiar su secreto á la malignidad de los que la rodeaban, había esperado que algún pasajero á la vez benévolo y letrado, viniera á darle la clave de aquel misterio que le quemaba el seno hacía quince días.

Mas apenas había sacado la cabeza fuera recibió, sin saber de dónde le viniera, el más soberano, el más concienzudo bofetón que pudo verse desde que el ser humano dejó de servirse de las uñas como los animales y supo dar bofetadas. La incógnita mano, al tropezar con el moflete de nuestro famoso guerrero, produjo un estallido pavoroso. Los mozos y mozas de la esfoyaza dieron un salto de sorpresa.

Los negros la ocasion consideraron, Y acuerdan entre un ardid famoso: Los frenos á sus amos les hurtaron, Ardid sutil de guerra y peligroso. Entre ellos el concierto fabricaron, Con animo maldito y alevoso, Pensando que Francisca allí viniera, Y en libertad á todos les pusiera.

Deslizábanse los días en santa calma, trabajando mucho, pero sin que un leve contratiempo viniera á turbar la monotonía de una existencia laboriosa. Algo se había enfriado el afecto que mostraron todos los vecinos al enterrar al pequeño.

En el fondo de su alma, Pecado anhelaba ser también sanguijuela y chupar lo que pudiera, dejando al pueblo en los puros huesos; se desvivía por satisfacer todos los apetitos de la concupiscencia humana y por tener mucho dinero, viniera de donde viniese. En esto se distinguía radicalmente de su maestro, amantísimo del trabajo.