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Actualizado: 21 de julio de 2025
Dinorah corría en su busca, Höel arrastraba a Corentino medio loco de terror y la orquesta se apagaba lentamente, pianissimo, en un suave murmurio que dejaba sobresalir lejos, cada vez más lejos, hasta convertirse en un eco apagado, misterioso, mágico, las vibrantes notas de la campanilla de plata de Bellak, la cabra blanca .
Un pez que pasa como un dardo da al conjunto de las vibraciones la forma de un óvalo muy prolongado; el insecto flotante que se mueve por impulsos sucesivos, deja tras sí dos estelas oblicuas en las que se encierran círculos desiguales; otro bicho, una abeja tal vez caída de un árbol, se deshace dando vueltas agitando sus alas con tal rapidez que el agua se riza con una miríada de líneas vibrantes, entrecruzando sus innumerables círculos: el insecto que se agita con tanta viveza, es lentamente arrastrado por el curso del arroyo y á veces lo vemos desaparecer repentinamente; es que un pez, con rapidez incomparable, acaba de tragarse al insecto, cesando todo su cortejo de líneas circulares.
A la hora de vestirse, la emoción crecía, la memoria se le embrollaba más, y los nervios, vibrantes y desconcertados, no le permitían ejecutar obra alguna con acierto, ni cortar lo más sencillo por donde señalaba. Pero ¿qué había de sucederle con el trajín de tantas horas y las preocupaciones de tantos días, que le habían puesto la cabeza como una zambomba en ejercicio?
Al dulce sopor de antes, blando y vacío como la nada, fue sucediendo un sueño poblado de visiones incoherentes, de imágenes de fuego vibrantes sobre un fondo de intensa negrura, de tormentos que arrancaban a su pecho gemidos de miedo y alaridos de angustia.
Cuando lanzó el Taal la furia de sus fraguas brotaron de sus cráteres tus impetuosas aguas, y sobre sus burbujas tenues borlas de enaguas se arrastraron las casas cual débiles piraguas. Tus hermosas cascadas, al caer espumantes, engarzan en el aire millones de diamantes, y en las noches parecen sus rugidos vibrantes monótonos quejidos de fantasmas errantes. ¡Madre, madre laguna!
Allí viene un cuerpo enjuto, una cara que no deja ver sino un bigote rubio, una perilla y un par de anteojos... Es un hombre que ha hecho soñar a todas las mujeres americanas con unas cuantas cuartetas vibrantes como la queja de Safo... es Rafael Pombo, y Camacho Roldán y Zapata, Manuel A. Caro y Silva, Carrasquilla y Marroquín, Salgar y Trujillo, Esguerra y Escobar... todo cuanto la ciudad encierra de ilustraciones en la política, las letras y las armas.
Durante media hora desfilaron por el vulgar ambiente del salón imágenes de enormes pagodas de techos superpuestos, vibrantes á la brisa, como un arpa, con sus filas de campanillas; ídolos monstruosos tallados en oro, en bronce ó en marfil; casas de papel, tronos de bambú, muebles de nacaradas incrustaciones, biombos con filas de cigüeñas volantes.
Sonó otro aullido, pero Jaime volvió a encogerse de hombros. Podía gritar lo que quisiera su desconocido retador... Pero ¡ay! ¡imposible leer! ¡inútil esforzarse por fingir tranquilidad!... Los aullidos repetíanse ahora rabiosamente, como los cacareos de un gallo furioso. Jaime creyó ver el cuello de aquel hombre, hinchado, enrojecido, con los tendones vibrantes por la cólera.
Sus ecos vibrantes y armoniosos despertaban un instante la campiña dormida y se perdían después como blando suspiro en los senos oscuros de los castañares y en las quebraduras de las rocas. Iba, pues, el joven cortesano emboscado en sus meditaciones, cuando delante de él, de uno de los lados del camino, se alzó una sombra que al instante tomó la forma humana.
El chisporroteo del metal al ponerse en contacto con la atmósfera, poblaba el espacio de puntos de luz, de llamas rotas en infinitos fragmentos. Eran mariposas azules y doradas que revoloteaban vertiginosamente con alas de vibrantes puntas; mosquitos verdosos que zumbaban un instante, desvaneciéndose para dejar paso á otros y otros, en interminable enjambre.
Palabra del Dia
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