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Actualizado: 23 de julio de 2025


El primer alemán que se acercase á ella estaba condenado á muerte. Doña Luisa se aterraba viéndola blandir el arma ante el espejo de su tocador. Ya no quería ser soldado de caballería ni «diablo azul». Se contentaba con que la dejasen en un espacio cerrado, frente al monstruo odioso. En cinco minutos resolvería ella el conflicto mundial.

Iba a enfilar la puerta como una exhalación; pero viéndola ocupada por el amo, saltó sobre el mostrador, sin duda para que le sirviera de trampolín; y derribando y haciendo añicos media docena de vasos y una botella, cruzó el espacio como un cohete; pasó, sin tocar, sobre la cabeza de Simón; cayó en la calle, sin soltar la morcilla, por supuesto, y desapareció en la calleja inmediata.

Viéndola un día más expansiva y serena que de ordinario, como hablasen de Paca la de la Parra y su marido, celebrando lo bien avenidos que vivían á pesar de la oposición de sus caracteres, Velázquez le tomó de pronto una mano y le dijo cariñosamente: y yo viviremos al fin tan felices como ellos... , flamenca, ¿cuándo quieres que nos casemos?

Alejo la contemplaba todos los días, y por un singular efecto de imaginación, estaba viéndola después toda la noche, despierto y en sueños: si escribía, en el fondo del tintero; si meditaba, revoloteando como espectro de mariposa alrededor de la macilenta luz que hacía veces de astro en el paraíso del estudiante.

Los italianos le merecían no menos simpatía, porque acataban en ella cierta superioridad, viéndola gastar y vivir mejor que los otros, y la llamaban «señora». Sus cariños malogrados de hembra infecunda iban hacia todos los niños de diversas nacionalidades que vivían cerca de ella, tratándolos con varonil dureza de palabra al mismo tiempo que los cuidaba y acariciaba.

Una noche, viéndola dormida, se complace en imaginársela muerta, y siente «en su fresco aliento un imperceptible olor á podrido». No obstante, la adora; tiene la atracción de las vorágines; será esclavo suyo hasta morir.

La tos que le entró parecía anunciar un ataque de hemoptisis. «Hija mía le dijo su mamá, viéndola ir hacia el balcón , no te asomes, que estás sudando. Toma, ponte esta toquilla». Y se la ponía, y no pudiendo refrenar las ganas de salir al balcón, salió con Fortunata, y ambas estuvieron contemplando el alma en pena que se paseaba en la acera de enfrente.

El beso que Dios, al crearla, dio a su alma, viéndola tan bella, resuena aún en los cantares de aquel trovador admirable y produce divino encanto en los nobles espíritus que son capaces de sentirle y de comprenderle.

Estaría con los roders en la montaña, o los negocios le habrían llevado al otro extremo de la provincia. Marieta se atrevió, por fin, a salir del pueblo; a ir a Valencia para sus compras... ¡Ah, la señora! ¡Qué importancia se daba con el dinero de su pobre marido! Tal vez buscaba que los señoritos le dijesen algo, viéndola tan guapetona...

Se iba al Vivero muy a menudo; se corría por el bosque, por la galería que rodeaba la casa, por la huerta, por la orilla del río. Todos parecían cómplices. Obdulia y Visita adoraban a la Regenta, eran esclavas de sus caprichos, se la comían a besos; juraban que eran felices viéndola tan tratable, tan humanizada. Y jamás una alusión picaresca, ni una pregunta indiscreta, ni una sorpresa importuna.

Palabra del Dia

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