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Actualizado: 14 de julio de 2025
Sin embargo, fueron los del conde de Onís y de Quiñones para trasportar a los novios y a algunas personas de edad avanzada, como las dos señoritas de Meré. Entre los invitados estaba casi toda la tertulia del maestrante, bastantes de la de las de Meré y un número crecido de oficiales. El conde había hecho asear, hasta donde era posible, el vetusto caserón.
Un hombre con alma de artista ha pasado muchos años tallando esas maderas, el tiempo cariñoso ha venido a contemplar su obra, comunicándoles el tinte opaco y lustroso, el aspecto de vetusto que las hace inimitables... ¡para que un cura imbécil y colorista arroje sobre ellas un tarro de añil diluido, encontrado en un rincón de la sacristía!
El aire es tibio, el cielo casi diáfano... Allá abajo, al extremo del camino, yérguese un viejo fantasma de paredón, resto de algún vetusto templo.
Y he aquí la misma Elda, que los iberos, grandes poetas, llamaron Idaella, de Daellos, que en nuestra lengua es casa de regalo. El palacio vetusto de los Coloma, virreyes de Cerdeña, muestra en lo alto sus dorados muros ruinosos; abajo, el pueblo se extiende en tortuosas callejas apretadas. El Vinalapó corre en lo hondo.
El protector habíase convertido en protegido y todo el vetusto armatoste feudal vacilaba sobre sus carcomidos cimientos. De aquí las continuas quejas y murmuraciones del pueblo anglo-sajón, su descontento perenne, las asonadas locales, todo aquel malestar que culminó algunos años más tarde en el gran alzamiento de Tyler.
No era el amor solamente quien le empujaba tan temprano a pisar la calle, sino también la triste soledad que reinaba hacía tiempo en el inmenso y vetusto caserón en donde vivía; porque nuestro joven se hallaba solo en el mundo desde hacía poco más de un año. Su padre, el viejo marqués de Peñalta, había fallecido cuando él no contaba más de seis años de edad.
Por la parte trasera la luz del mediodía bañaba sus ventanas. Los árboles de la huerta metían las ramas por ellas, sirviendo de fresca cortina para templar sus rayos. El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterio y encanto singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta.
Pues qué, ¿también a ti te ama? ¿Qué le das tú, esqueleto pordiosero y ambulante? PROCLO. El alma, la esencia eterna. Pero sabe ¡oh sátiro vetusto! que todavía tienes otro rival. Sal, Eumorfo. CREMATURGO. ¿Qué descaro es este? ¿Cómo te atreves, Eumorfo, a presentarte y a rivalizar conmigo? Tengo en mi poder cuatro pagarés tuyos vencidos y archivencidos, y voy a ejecutarte mañana.
No era ya hora de visitar el convento; lo dejamos para el día siguiente. Pasamos, sin embargo, por delante de él cogidos del brazo. Era un edificio grande y vetusto, con dos torres almenadas, que había sido palacio o casa solariega de un título y estaba situado en una plazoleta con árboles. Mira me dijo mi esposa con enternecimiento : ¿ves aquellas dos ventanitas de la torre?
En esa ciudad, donde los jesuitas y los frailes han impreso su profunda huella, todo tiene en las costumbres como en los edificios el tipo de lo feudal y monacal. Se trabaja poco y se duerme bastante, y en todos los pormenores de la vida se encuentra el sello de lo vetusto y la autoridad del hábito.
Palabra del Dia
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