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Actualizado: 11 de junio de 2025
Por eso observaron que el precioso cadáver de Celinina, aquello que fué su persona visible, tenía en las manos, en vez del ramo de flores, dos animalillos de barro. Ni las mujeres que la velaron, ni el padre, ni la madre, supieron explicarse esto; pero la linda niña, tan llorada de todos, entró en la tierra apretando en sus frías manecitas la Mula y el Buey. Diciembre de 1876. Poe....
En la iglesia próxima, al dar de las ánimas el último toque, la madre espiraba, entre los sollozos de mi novia amada. Con un negro sayo cubrieron su cuerpo después con un velo cubrieron su cara: de amigos y deudos se llenó la estancia, y velaron todos a la pobre muerta. ¡Huérfana de mi alma! pensé en un momento de duda y de duelo ¿qué mano piadosa secará tus lágrimas?
823 Ahi dejé que los ratones comieran el guasquerío y como anda a su albedrío todo el que güerfano queda, alzando lo que era mío abandoné aquella cueva. 824 Supe después que esa tarde vino un pión y lo enterró; ninguno lo acompañó ni lo velaron siquiera; y al otro día amaneció con una mano dejuera.
Sorege, extendido en un sillón, parecía digerir la comida con una satisfacción completa. Tragomer dejó á sus compañeros, se aproximó al joven y tocándole en el hombro por encima del alto respaldo del sillón, le dijo: Buenas noches, Juan, ¿estás bueno? Sorege abrió los ojos y lanzó á Tragomer una rápida mirada; en seguida sus pupilas velaron de nuevo los misterios de su pensamiento.
Por eso observaron que el precioso cadáver de Celinina, aquello que fué su persona visible, tenía en las manos, en vez del ramo de flores, dos animalillos de barro. Ni las mujeres que la velaron, ni el padre, ni la madre, supieron explicarse esto; pero la linda niña, tan llorada de todos, entró en la tierra apretando en sus frías manecitas la Mula y el Buey. La vertu est aussi une force.
Tiburcio de Simahonda le tenía asido por la cabeza, impidiendo que se hundiese; pero de sus hombres brotaron negras alas que velaron a Morsamor la horrenda claridad de aquel día. Por último, una sensación grotesca, a par que espantosa, vino a colmar el delirio de aquella en su sentir postrera agonía.
Yo quise darle una soba a ver si la hacía callar, mas pude reflesionar que era malo en aquel punto, y por respeto al dijunto no la quise castigar. 218 Limpié el facón en los pastos, desaté mi redomón, monté despacio y salí al tranco pa el cañadón. 219 Después supe que al finao ni siquiera lo velaron, y retobao en un cuero, sin rezarle lo enterraron.
Germana tendió los brazos a su marido, se los anudó alrededor del cuello, le atrajo hacia sí y colocó dulcemente su boca sobre sus labios. Pero la emoción de este primer beso fue más fuerte que la pobre convaleciente. Sus ojos se velaron y todo su cuerpo desfalleció. Cuando se sintió algo más repuesta se dirigió a la casa del brazo de su marido.
»Después velaron la Cruz aquella noche 12 religiosos que quedaron, quatro de S.to Domingo, 4 de S.n Fran.co y los restantes de la Religión de nuestra S.ra de las Mercedes, redemptión de cautiuos, estando los tres altares muy ricamente adornados, con sus blandones y luces de plata, los quales a las 12 de la noche comenzaron a cantar los maytines y laudes como si estuvieren en su coro en día solemne, alternando los versos con la música del órgano con toda solemnidad; y acabada esta funtión comenzaron a celebrar el S.to sacrifficio de la Misa en los tres altares en vn mesmo tiempo y successivamente al mesmo compás sin parar hasta que llegaron los reios muy de mañana en su tablado que estaua fabricado al lado del dicho altar triangular.
A medida que el sol declinaba, ascendía la tormenta pesada y amenazante, hasta que llegó un momento en que tomó vuelo, avanzó resueltamente sobre el sol enviándole una avanzada de nubes que lo velaron un poco, mientras el grueso de la tempestad proyectaba a lo lejos negras sombras que se disipaban a trechos cada vez que, del seno de las nubes, partía el repentino fogonazo de un relámpago cuya luz se mostraba por grandes claros en las sombras del suelo a la manera de los que se abren en los camalotes o en las algas que cubren aguas tranquilas cuando se arroja sobre ellos una piedra.
Palabra del Dia
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