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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
Pero en el chaleco de Melchor siempre sonaba algo, aunque fuera media docena de pesetas, reunidas por D.ª Laura, Dios sabe cómo, con mil apuros, con el enfermizo velar de las niñas y el ahorro llevado a límites increíbles. Melchor había seguido la carrera de Derecho.
Yo también dijo pienso ahora más que antes. Anoche no pude dormir, y por eso me he levantado tarde, sin tiempo para ir á ver qué es lo que ha pasado en la estancia de Rojas... Y anoche precisamente se me ocurrió que tal vez será conveniente que yo vaya á Europa para velar por la hija de Pirovani y administrar sus bienes mejor que si me quedo en Buenos Aires. ¡Quién sabe si llegaré á aumentar muchísimo esa fortuna, dedicándome á los negocios!
Después, mi tío Celso, el alma y el centro de todo cuanto le rodeaba, con su energía indomable, sus cuchufletas singularísimas, su atención siempre fija en el modo de hacerme, ya que no divertida, llevadera la vida en su casa, y los cuidados a que me obligaban el parentesco y la gratitud para velar por él con especial esmero durante el tiempo de las humedades y de los grandes fríos, en el cual, según dictamen del médico, corría su vida los mayores peligros, por la índole de la enfermedad que padecía.
Por último, como estaba molido de tanto andar, velar y rabiar, y sentía en lo exterior el calor del sol y en lo interior el calor del lomo y de la rosquilla, a pesar de su enorme pesadumbre, fue vencido por el sueño y se confortó durmiendo profundamente la siesta, durante la cual sus desventuras y sus penas se diría que se habían sumergido en aquel arroyo como si fuese el Leteo.
Como el velar el sueño del ser amado no es ocupación que dé empleo a las manos, Bonis, arrimado al velador de incrustaciones de no sabía él qué pasta, que imitaban una escena veneciana azul y rosa con manchas de café y huellas de nitrato de plata, dibujaba con pluma de ave sobre un pedazo de papel de barbas.
Y tercer escollo: que, poseedora de la ciencia del mirar y de las otras ciencias que la del mirar presupone, no atines a disimular y velar esta sabiduría, y te acusen y zahieran de lagarta, de licurga, de desenvuelta y libre, y de harto sabida para soltera. Me parece, Beatriz, que para evitar esos escollos lo mejor es dejarse llevar del impulso.
Pero, por violenta que fuera mi emoción, ya no sentía trazas de ese dolor punzante que, hacía poco todavía, junto al árbol de Navidad, me oprimía el corazón. Había cancelado mi deuda y fue en completa libertad, con el corazón aligerado, como me juré velar en lo sucesivo como un ángel tutelar sobre mi hermana que, mucho más que yo, niña simple y sin experiencia, necesitaba apoyo y protección.
Cuando quedaron solos marido y mujer, después de conseguir, no sin trabajo, que Visita renunciara a sacrificarse quedándose a velar a su amiga, Ana volvió a solicitar los brazos del esposo y le dijo con voz en que temblaba el llanto: No te acuestes todavía, estoy muy asustadiza, te necesito, estáte aquí, por Dios, Quintanar....
Puede esto ir para largo y tener que velar mucho.... Si me dejan esos intrusos. Lo que extraño es que Emma, que siempre me ha tenido por enfermero, y casi casi por mesilla de noche, no me llame ahora a su lado. ¡Mujer más rara! Y ahora que yo la ayudaría con tanto gusto».
En la cámara mortuoria ardían tres gruesos cirios, y otro, muy fino, alumbraba el breviario que leía en alta voz una monja llamada para velar al muerto. Había mucha luz en la estancia; el aire estaba impregnado de olor a incienso. Cuando entró Pomerantzev, su cuerpo proyectó sobre el suelo y sobre las paredes algunas sombras vacilantes.
Palabra del Dia
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