Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
No había escrito a su ex-querida, aunque todos los días pensaba hacerlo, para darle cuenta de su resolución. Tanto era el temor que la valenciana había llegado a inspirarle, que la pluma caía de sus manos cada vez que la tomaba para noticiarle su matrimonio.
El capitán Don Gabriel de Herrera tiene relaciones amorosas con Doña Violante, valenciana distinguida, á la que abandona después por encaminarse á Madrid á solicitar el perdón del Rey, por haber matado á otro en un desafío mientras vivió en Flandes.
Así, pues, reconozco que Barriobero tiene talento, que tiene bellos chalecos de terciopelo y una gran colección de pipas; confieso que es un gran orador, un novelista sagaz y un famoso abogado. Pero yo, francamente, le prefiero y le admiro mucho más como confeccionador de paellas a la valenciana. ¡Qué queréis! Soy un Aquiles vulnerable por el estómago. La noche
La picante andaluza, la valenciana de mirada de fuego y frente enhiesta, la locuaz y casi rubia bilbaína, la gentil madrileña medio afrancesada; todas seducen y forman un conjunto admirable de fisonomías generalmente simpáticas reuniendo la gracia expresiva á la hermosura. Todas sonrien, saludan, hablan con llaneza delicada y prohiben al extranjero la eleccion.
Cuando aquellos hermosos ojos azules se volvían hacia ella dulces y resignados, cuando aquellos labios rojos se plegaban demandando perdón, la valenciana sentía correr por su cuerpo marchito un estremecimiento de voluptuosidad, algo que le recordaba los goces que su amor adúltero le había hecho experimentar.
Oirían la primera misa en la capilla de los Desamparados, porque a doña Manuela, como buena valenciana, le parecía que ninguna misa del resto del año valía tanto como aquélla y después tomarían chocolate en un huerto de fresas, bajo un toldo de plantas trepadoras, recreándose el olfato con el olor de los campos de flores y el humillo del espeso soconusco.
Los habitantes de la costa valenciana iban con los moros andaluces, en el siglo VIII, á llevar la guerra al fondo del Mediterráneo, y se apoderaban de la isla de Creta, dándole el nombre de Candía. Desde este nido de piratas eran el terror de Bizancio, tomando por asalto á Salónica y vendiendo como esclavos á los patricios y las damas más principales del Imperio.
No había sabido resistir las asechanzas del amor terrenal; no había sido como un sinnúmero de santos, y entre ellos San Vicente Ferrer con cierta lasciva señora valenciana; pero tampoco era igual el caso; y si el salir huyendo de aquella daifa endemoniada fue en San Vicente un acto de virtud heroica, en él hubiera sido el salir huyendo del rendimiento, del candor y de la mansedumbre de Pepita, algo de tan monstruoso y sin entrañas, como si cuando Ruth se acostó a los pies de Booz, diciéndole Soy tu esclava; extiende tu capa sobre tu sierva, Booz le hubiera dado un puntapié y la hubiera mandado a paseo.
Lope, El Verdadero Amante, B. A. E., XXIV, 12 a. "del Real dentro en la puente." Lope, La Viuda Valenciana, B. A. E., XXIV, 73 c. Cfr. v., "dentro del tercero día." Que fuera, ojalá que fuera. Bello, Gram., 995.
MÁXIMO. Chica, ¿sabes qué este arroz está muy bien, pero muy bien hecho...? ELECTRA. En Hendaya, una señora valenciana fue mi maestra: me dio un verdadero curso de arroces. Sé hacer lo menos siete clases, todas riquísimas. MÁXIMO. Vaya, chiquilla, eres un mundo que se descubre... ELECTRA. ¿Y quién es mi Colón? MÁXIMO. No hay Colón. Digo que eres un mundo que se descubre solo...
Palabra del Dia
Otros Mirando