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Actualizado: 2 de junio de 2025


La mirada del joven, que a duras penas lograba reprimir su enojo, vagaba del señor de Avrigny, cuya irritación no atinaba a explicarse, a Magdalena, estupefacta, como él. ¿Aún no has comprendido prosiguió el doctor interrumpiendo sus paseos y parándose delante de ellos, por qué te he rogado que no permanecieses por más tiempo con nosotros?

Otras cosas le preocupaban en aquel momento, más importantes para él. Mientras tanto, su amigo Robledo vagaba cabizbajo por la calle central de la Presa. Venía de su casa y no estaba en ella Torrebianca. La criada le había esperado en vano con el desayuno pronto. ¿Dónde encontrar á este hombre?... En mitad de la calle oyó voces amigas y levantó su rostro.

Mediado el año 1642 y obtenida la licencia correspondiente, habían empezado á salir de ronda por las noches los Alcaldes de Crimen, á los cuales temían con razón la gente maleante, que favorecida por las sombras, vagaba con propósitos nada santos por el intrincado laberinto de las callejas de nuestra población.

Además, la música ejercía sobre él una influencia letárgica. Pasó Maltrana junto a ellos. Nélida estaba en el salón y él vagaba por la cubierta. Al saber que aguardaban para asistir a la fúnebre ceremonia, se le escapó un gesto de contrariedad. Formuló varias excusas para justificar su ausencia, pero en vista de que la ceremonia era a las once de la noche, se ofreció a ir con ellos.

Silencioso y concentrado en mismo, vagaba al azar; su espíritu se obscureció cada vez más, se sumió en ideas tristes, y la melancolía acabó por rodearlo de tales sombras que el espectáculo de su víctima empezó a asediarlo. Tuvo bastante juicio para comprender que no podía seguir haciendo esa vida.

Parecía haber perdido por completo el uso de la palabra, no soportaba a nadie a su lado y evitaba aún a su viejo amigo; huraño y mudo, vagaba días enteros por los campos; permanecía noches enteras sentado junto a la cuna de su hijo, mirándolo fijamente con sus ojos enrojecidos y quemados por el llanto.

El señor Vicente se arrodillaba con los brazos en cruz ante el pecador, pidiéndole que le pegase con el látigo, que saciase en él su furia, a cambio de dejar en paz el santo nombre de Dios, pues antes quería morir que verlo insultado. El joven había sentido interés por este loco que vagaba por Madrid entre la extrañeza y la rechifla, como si fuese un resucitado.

Tal vez fuera la noche, en cuyo seno vagaba borracho en todas las ciudades y a todas las horas; la noche, tan medrosa, tan aristócrata, tan reveladora, la que ponía en su corazón esas palabras ultrahumanas, tan únicas en su regia originalidad, tan perennemente emocionales.

Me parecía ser el juguete de una ilusión, de un encantamiento sin nombre ni semejanza, en cuyas sombras, luminosas vagaba la espléndida imagen de Colombia; pero luego, al sacudir el mágico estupor me decía: No! esto es todo verdad; es la realidad del progreso; es la fotografía admirable de este ser múltiple, imperecedero, divino, conducido por la mano de Dios en su peregrinación al través de los siglos, que tiene por nombre HUMANIDAD, y que va elaborando dia por dia, momento por momento, sobre la faz entera del globo, esa inmensa obra de luz, fuerza, vida y bienestar que nos protege á todos y se llama la CIVILIZACION!...

El vulgo, que le tenía por cadáver embalsamado, era en esta creencia menos necio de lo que a primera vista parecía, y en los ataques fuertes casi todo el Rey estaba dentro de vendas negras. Su mirada triste vagaba por los objetos, como depositando en ellos parte de aquella tristeza de que impregnado estaba.

Palabra del Dia

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