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Actualizado: 26 de junio de 2025
Y si ella no participaba de las ideas religiosas del gran genio, sentía las bellezas de su alma. Unía el duque de Orleans a este título el de conde de Beaujolais, y por esta causa tenía el derecho de nombrar cierto número de damas para el cabildo de Salles. Mi madre fue nombrada a los quince o dieciséis años.
Pero cuando le vieron aparecer, armado de sus éxitos y doctor hasta los dientes, los curanderos del país, y su tío que, después de todo, no era otra cosa, le preguntaron por qué no se había quedado en París. Unía a su talento unos modales tan seductores y le sentaba tan bien su gran paletó, que se adivinaba desde el primer día que todos los enfermos serían para él.
Los entusiastas dejaban de mirar al toro para volverse indignados contra el resto del público. ¡Qué injusticia! ¡Qué falta de conocimiento! Había entrado muy bien a matar... Pero los enemigos señalaban al toro sin desistir de sus protestas, y toda la plaza se unía a ellos con una explosión ensordecedora de silbidos.
Mientras ella le prendía la cruz al uniforme, Carlos, conmovido por aquel pensamiento delicado que le unía más estrechamente aún a su familia de adopción, atrajo hacia la suya aquella querida cara. ¡Oh! tía Liette, ¿cómo agradeceré jamás lo que has hecho por mí?... Siendo feliz, hijo mío respondió Liette con una sonrisa tiernamente maternal.
Añadíale después, con un rodeo no exento de habilidad ni de ficticia delicadeza, que siéndoles conocidas las circunstancias de su posición a su marido y a ella, querían ambos demostrar la amistad íntima que con el simpático Juanito les unía, ofreciéndole a ella una renta y un capital que quedaban depositados en el Banco de España y cuyos resguardos le enviaba adjuntos.
A una hermosura delicada, espiritual, resultado de una maravillosa combinación de encantos, unía un candor y una pureza de ángel; se había casado crecida, más que crecida, á los treinta años, veinticuatro de los cuales los había pasado en un convento, y era, sin embargo, una niña, y tenía en su mirada, en su sonrisa, en su expresión una fuerza imponderable de sentimiento; dormía bajo su inexperiencia, bajo su timidez, una alma vivamente impresionable, ardiente, apasionada, por lo dulce y por lo bello, pero sin aspiraciones, sin comprender su deseo, sin irritarle.
En lugar de la cortedad y de la violencia involuntaria que se traslucían a pesar suyo en las maneras de miss Dodson, encontraba en Julieta una gracia perfecta, un benévolo abandono, y se unía estrechamente a ella con todas las fuerzas afectivas de un corazón de dieciséis años ávido de darse.
Pero aun cuando parecía necesaria la indicación de los asuntos, hecha con más ó menos prolijidad, para entender al historiador, ocurría también á cualquiera que no bastaban esos datos someros coordinados, sino que convenía además señalar el vínculo común que los unía, investigar y averiguar las diferencias características de cada poeta por el examen de sus obras, manifestar las relaciones y puntos de contacto que existieran entre ellos y el público, y el estado de la nación, de las distintas épocas que les había dado nacimiento é inspirándoles animación y vida.
Mas sin embargo de ser D. Fernando tan previsor, y de inspeccionar tanto las cosas que le eran anejas, parece que estas voces las tomó por vagas, y no se cuidó de ellas; asi es, que dichos personajes atribuian la indolencia de D. Fernando en este punto, al miedo ó al escesivo amor que profesaba á Doña Isabel, la cual unia á los vínculos de esposa, el ser nieta de su hermano.
Julián distaba de él unos cuantos pasos no más, cuando oyó dos o tres gritos que le helaron la sangre: clamores inarticulados como de alimaña herida, a los cuales se unía el desconsolado llanto de un niño. Engolfóse el capellán en las tenebrosas profundidades de corredor y bodega, y llegó velozmente a la cocina.
Palabra del Dia
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