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Actualizado: 5 de junio de 2025
Pero era curiosa, y abrió las orejas cuanto pudo, a fin de no perder sílaba de una lectura tan poco común. Qué asombrados se quedarían los aiglemonteses si tuvieran noticias de una correspondencia escandalosa como ésta... dijo, todavía, antes de callarse definitivamente. Se trata de un secreto entre nosotras hizo observar la de Ribert, y cuento con la discreción de usted, Francisca.
En las sensaciones podemos notar, que nada nos dirian ni aun sobre ese aspecto ó disposicion del mundo externo, si no tuvieran por base la extension; ¿á qué se reduce el mundo corpóreo si le suponemos inextenso?
»No me separaré de ella y me olvidaré, como me olvido ya, del instituto, de los clientes y hasta del rey, que hoy ha enviado a preguntar por mi salud. Todo lo olvidaré menos mis hospitales; los demás enfermos son ricos v pueden acudir a otro médico, pero mis pobres no; si éstos no me tuvieran a mí ¿quién los asistiría?
En los reinados de Carlos V y de Felipe II, ¡cuánto mejor aprovechamiento tuvieran sus juveniles energías, al frente de los tercios de Flandes y de Italia, o de las huestes conquistadoras de las Indias! ¡Felices tiempos aquellos en que el sol no se ponía nunca en los dominios del Rey Católico!
Quería doña Casta que sus niñas tuvieran un medio de ganarse la vida para el día en que por cualquier contingencia empobreciesen, y Olimpia fue llevada al Conservatorio desde edad temprana. Siete años estuvo tecleando, y después tecleaba en casa bajo la dirección de un reputado maestro que iba dos veces por semana.
Pudose sin peligro dividir sus fuerzas, por no tener enemigo poderoso en la campaña que les pudiese prontamente acometer, porque divididos el espacio de un dia de camino, no se pudieran socorrer si le tuvieran, toda la gente de guerra atendia más á defenderse dentro de las ciudades, que salir á ofender nuestro ejército; cosa que tantas veces emprendieron con notable daño suyo y gloria nuestra.
Cuando se tuvieran llenas las cárceles, se metía a los criminales en un barco viejo, se le llevaba a alta mar y se le daba un barreno. ¿Por qué ha de mantener la nación a los bandidos, vamos a ver? Yo, que estaba pasmado de aquellas atrocidades, asentía sonriente con la cabeza. En aquel momento hubiera convenido con él en que era menester degollar a las dos terceras partes de los españoles.
Sí, señora; y por lo mismo la ruego a usted que lo tome como confesión de un pecado feo, y no como alarde de un modo de ver digno de imitarse... Ahora añadió cambiando de tono y de rumbo , para llegar primero donde vamos, echemos por este senderito de la derecha... También es un poco raro, ¿no es verdad? que en la propia hacienda de ustedes tenga yo que servirlos de guía... porque el señor don Alejandro no hace más que seguirnos los pasos... ¿ve usted?... y don Claudio Fuertes lo mismo... ¡Si lo tuvieran todo tan trillado con los pies como lo tengo yo!...
Un tribunal de Filipinas tiene más bambalinas, bastidores y telares que el mejor provisto teatro, y hay Gobernadorcillo que se reiría de compasión al enterarse de lo atrasados que en esta materia están los anfitriones de Fornos. ¡Si ellos tuvieran un Fornos qué no harían! El Alcalde había vuelto á sus respectivas bangas todos los canutos, diciendo con voz solemne.
Tres cosas le indignaban: 1.ª Que los ingleses no nos devolvieran Gibraltar. 2.ª Que los ministros tuvieran treinta mil reales de cesantía. 3.ª Que no se hubiera levantado un monumento a Méndez Núñez.
Palabra del Dia
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