Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de noviembre de 2025
Así es que, en sus propósitos de conciliario todo, resolvióse a adoptar en adelante, para todo documento de carácter particular y privado, la firma a secas de Simón de los Peñascales; y para los que tuvieran relación con su vida pública, es decir, para nombre de guerra, el más aparatoso de Simón C. de los Peñascales.
Yo preferiria que estos balcones tuviesen maderas; preferiria que los transeuntes no tuvieran la tentacion contínua de ver dos balcones á su disposicion, dos balcones que pueden tocarse con la mano; pero visto que esto es aquí un hecho normal, me parece tan extravagante y tan ridículo querer otra cosa, como lo seria en Constantinopla el pretender que cada casa no fuese un palacio encantado.
«Si mi novio se muriese, yo iría á dormir sobre su tumba, para que sus huesos no tuvieran frío» decía en una ocasión una india que cantaba un cundimán. «Si tú estuvieras aquí, yo me pondría buena» oímos decir una noche á una india, que en el delirio de una fiebre palúdica modulaba un cumintán, en el que recordaba á su amante.
Los muchos ríos y esteros que desaguan en el Pacífico en toda la contra-costa de Tayabas, hacían que á cada paso tuvieran nuestros caballos que vadear un arroyuelo, ó hiciesen resonar bajo sus duros cascos los fuertes ensambles de los veintinueve puentes que encontramos. Aquellos son de madera, empleándose el molave para los pilares.
No se crea por esto que eran íntimos amigos los aficionados a platicar después del coro. Acontecía allí lo que es ley general de los corrillos. Entre todos murmuraban de los ausentes, como si ellos no tuvieran defectos, estuvieran en el justo medio de todo y en la vida hubieran de separarse. Pero marchaba uno, y los demás le guardaban cierto respeto por algunos minutos.
Después vino al castillo á reñir con el Gobernador Olivera y el Castellano, exhortándoles lo mismo. Si los Oficiales tuvieran el ánimo y determinación deste clérigo, no viniéramos á lo que hemos venido. El Capitán Pedro y el Secretario Alarcón fueron en una barca á las galeras, donde llevaron agua y bizcocho y los remos y velas de una fragata.
Di que te gustan los señoritos, bueno... yo no me meto en eso; pero no vengas quitando el crédito a los rapaces de tu igual... Se emborrachan, los que se emborrachan... Más de un señorito y mas de dos he visto yo venir como cabras para su casa... Y pegan a sus mujeres, también los que pegan... Si ellas no tuvieran la lengua larga, no las llevarían la mitad de las veces... Atiende; y don Ramón el maestro de música cuando llegaba a casa por la noche ¿daba bizcochos a su mujer?
Pues bien, hombres conozco yo en Madrid de cierta edad, y no uno ni dos, sino lo menos cinco, que así ven y oyen claro como yo vuelo. Hábleles usted, sin embargo, de ideas; no sólo las tienen, sino que ¡ojalá! no las tuvieran.
Pensaba Emma, al verse renacer en aquellos pálidos verdores, que era ella una delicada planta de invernadero, y que el bestia de su marido y todos los demás bestias de la casa, querrían sacarla de su estufa y transplantarla al aire libre, en cuanto tuvieran noticia de tal renacimiento.
Pasaba el día pensando en su Tónica; abandonaba la tienda a las horas en que aquélla tenía que salir por algún encargo de sus parroquianas, y por la calle iba al lado de ella, orgulloso como un triunfador, temiendo que le viera la mamá y deseando al mismo tiempo encontrarse con sus hermanas, para que éstas aprendiesen «a distinguir» y no le tuvieran por un pazguato incapaz de tener novia.
Palabra del Dia
Otros Mirando