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Actualizado: 5 de junio de 2025


Ni es fácil que un mismo pueblo tenga muchos poetas que compongan los versos con tanto sentido y música como los de la Ilíada, sin palabras que falten o sobren; ni que todos los diferentes cantores tuvieran el juicio y grandeza de los cantos de Homero, donde parece que es un padre el que habla.

No comprendo cómo os puede gustar ese ardor, ese picor de mil demonios. Los hombres, como si no tuvieran bastantes vicios, los inventan cada día...». Mauricia tiró el cigarro y apagolo con el pie. Fortunata, al mes de estar allí, tuvo otra amiga con quien intimó bastante.

Los pequeños moradores de aquella soledad apenas se apartaban del camino de la niña. Cierto es que una perdiz, seguida de diez perdigones, se adelantó hacia ella con aire amenazador, pero pronto se arrepintió de su fiereza y se volvió tranquila al lado de su tierna prole, como diciéndoles que no tuvieran temor.

De tan extraña manera se encontraron en el crepúsculo de aquella selva, que parecía como si fuese la primer entrevista que tuvieran más allá del sepulcro dos espíritus que habían estado íntimamente asociados en su vida terrestre, pero que ahora se hallaban temblando, llenos de mutuo temor, sin haberse familiarizado aún con su condición presente, ni acostumbrado á la compañía de almas desprovistas de sus cuerpos.

Después de haber conocido la vida de los dos rusos, no negaba que las almas de uno y otro tuvieran sus lados buenos, bondad disminuida y ofuscada por la dureza, por la violencia, por la ferocidad. ¿Acaso, tratados de otro modo, puestos en mejores condiciones de vida, habrían sido mejores?

Sobrinita díjome atrayéndome a , he llegado casi a desear que no se cumplan mis deseos. Le miré asombrada, porque tenía la firme convicción de que no habría visto nada. Contesele con mucha sangre fría, que ignoraba lo que quería decirme, que era muy feliz, y que hacía votos para que todos sus proyectos tuvieran éxito. Me abrazó con cariño y se retiró.

Cármenes, que en los certámenes de Vetusta se llevaba todas las rosas naturales, no podía conseguir que sus versos tuvieran cabida en las prensas madrileñas; y eso que empleaba en las cartas con que recomendaba las composiciones, la finura del mundo.

A nosotros mismos, a pesar de seguir nuestra jornada, marchando sobre espinas y entre sombras la vida nos es grata. Nada tememos más sino la muerte... ¿Y si tuvieran esas flores alma? ¡Quién sabe si sintieran asimismo temor de verse lacias! No; déjalas vivir. Que vivan siempre en su palacio de hojas y de ramas; que las encuentre allí la mariposa, su eterna enamorada;

Acompañábalo una niña de quince o dieciséis años, espléndidamente bonita y vestida con una sencillez y una elegancia admirables. Para más señas, tenía un hoyito en la barba que se llevaba los ojos de uno, como si no tuvieran dueño.

Pero, en efecto, le agradezco a este señor autor el decir que mis novelas son más satíricas que ejemplares, pero que son buenas; y no lo pudieran ser si no tuvieran de todo.

Palabra del Dia

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