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Actualizado: 7 de junio de 2025


Como escribo mi libro guiado por los recuerdos, necesito el desórden con que la memoria me cuenta; ántes que se me olvide, quiero consignar que en la abadía de Westminster hay un rincon que se llama de los poetas, donde están los ilustres trovadores de Albion, faltando, que me chocó mucho, pues al momento lo noté, la tumba de Byron.

La libertad fué la musa De los cielos mensagera, Que llenó mi alma severa Con su espíritu inmortal; Y en las negras tempestades Seguí con paso valiente, Su antorcha resplandeciente Y su faro celestial. Oh, Dios, inspírame un himno, Ó una fúnebre elejia! Que baje á la tumba fria Cantando á la libertad!

Aquel año se acercaba a la tumba menos seguro de mismo, lleno de nuevas ideas que tenía que confiar a aquella cara memoria, ansioso de las inspiraciones que allí recogía.

El misterio ha sido tomado de la vida diaria, y hasta hoy la verdad concerniente a él ha sido considerada estrictamente confidencial por las personas mencionadas aquí, aun cuando ahora me han permitido que haga públicas estas notables circunstancias. ¡Muerto! ¡Y se ha llevado su secreto a la tumba! ¡Jamás! Pero se lo ha llevado. ¡Mira! Tiene la quijada caída. ¡No ves el cambio, hombre!

Ayer, aniversario de un día bien doloroso, yo había ido a renovar, en la tumba de mi padre, la ceremonia de duelo, a la cual, ausente y condenado, no había podido asistir la primera vez. Latour debía reemplazarme en mi visita a los pobres; volvió pronto y en un estado de gran agitación.

No, me contestó con la mayor naturalidad nace allí, dijo señalándome las alturas del Balete, y se llama el pájaro del sol. La modesta cruz puesta sobre la tumba de Hasay, y los gorjeos del pájaro del sol, son una página que claramente dice, que las mujeres en Filipinas aman, y los pájaros cantan. Ya escrita la última cuartilla de esta histórica leyenda, recibo el correo de Europa.

Esperaré que estéis vestida; pero os lo ruego, respondedme. El silencio más completo siguió reinando en su derredor. Una rara ansiedad lo dominó... Llamó al aya en alta voz y golpeó con el puño contra la puerta; pero fué en vano, el cuarto permaneció silencioso como una tumba.

Una de ellas era Linda; se acercó al sepulcro de Zalacaín y dejó sobre él una rosa negra; la otra era la señorita de Briones, y puso una rosa roja. Catalina, que iba todos los días al cementerio, vió las dos rosas en la lápida de su marido y las respetó y depositó junto a ellas una rosa blanca. Y las tres rosas duraron mucho tiempo lozanas sobre la tumba de Zalacaín.

Mi amor: ¡ella duerme! ¡Que su sueño eterno pueda ser profundo! ¡Que los gusanos se deslicen dulcemente a su alrededor! ¡Que en el fondo del bosque viejo y sombrío, alguna gran tumba pueda abrirse para ella, alguna gran tumba que haya cerrado otras veces como alas sus negros «panneaux» triunfantes, por encima de los estandartes funerarios bordados con las armas de su ilustre familia; alguna tumba lejana y aislada contra la portada de la cual ella haya en su infancia lanzado tantas piedras ociosas; algún sepulcro cuya puerta sonora no le devuelva jamás nuevos ecos, a ella, pobre hija del pecado, que en otro tiempo se estremecía al pensamiento de que fueran los muertos quienes le respondiesen gimiendo!

» Querido Amaury me dijo, aquí te dejo a solas con Magdalena, pues me doy perfecta cuenta de esos celos que tienes de mis lágrimas y comprendo el egoísmo de tu dolor que te hace desear mi partida para arrodillarte también sobre la tumba.

Palabra del Dia

vorsado

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