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Actualizado: 27 de junio de 2025


Es de justicia, sin embargo, manifestar que la novela moderna, si bien ha tropezado en estos fastidiosos análisis que la afean, ha logrado evitar un escollo en que á menudo se estrellaban los antiguos maestros, y es el de las reflexiones. No hay nada más perjudicial á la belleza de una novela que esa filosofía vulgar, cuando no pueril, con que muchos novelistas sazonaban sus producciones.

Estos buques abandonados por a o por b, navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento, si tienen las velas desplegadas. Recorren así los mares, cambiando caprichosamente de rumbo. No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto, han tropezado en su camino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta. Siempre hay probabilidad de hallarlos, a cada minuto.

Soltaron ellas la risa, creyendo que había tropezado; pero al ver que no se movía, acudieron; llegose también el sereno, le echó a la cara la linterna, y entonces vieron que tenía un ataque. Húrgale por aquí, húrgale por allá, y el buen señor como cuerpo difunto.

Si hubiera seguido tras el sargento mayor, se hubiera visto obligado á pasar por la puerta de su aposento. Y entonces hubiera tropezado con un bulto que estaba colocado delante de él. Aquel bulto era el sargento mayor. Escuchaba. Está sola y llora dijo ; ¿dónde estará el bufón? Y volvió á escuchar.

Alguna vez la interrumpía con frases del mismo jaez que las que la doméstica usaba, en más de una ocasión, acompañadas de interjecciones que aquélla no se atrevía a pronunciar. Contaba que el día anterior había tropezado en la calle con Moratini, y que el famoso torero le había dicho al pasar: "Recuerdos a tu ama". Al mismo tiempo la maligna doncella miraba de reojo al duque.

Adelantaban poco a poco, y ya salían de las estrecheces a senda más desahogada, abierta entre pinos nuevos y montes poblados de aliaga, sin haber tropezado con una sola heredad labradía, un plantío de coles que revelase la vida humana.

El deseo de partir el dolor le apretaba la garganta con angustias de muerte.... Y no podía, no podía hablar.... Era una crueldad de su madre no adivinar los tormentos del hijo. Doña Paula le miraba como los demás, como la gente con que había tropezado en la calle, sin conocer que moría desesperado. ¡Y no podía él hablar!».

¡Alto! murmuró don Roque al oído de su subordinado. Ya hemos tropezado con uno de los ladrones. El alguacil no entendió más que la última palabra. Fué bastante para que se le cayese el fusil de las manos. No tiembles, Marcones, que por ahora no es más que uno dijo el alcalde cogiéndole por el brazo.

El mismo señor humilde y obsequioso con el que se había tropezado repetidas veces estaba ahora medio tendido en un diván y fumando, como un trabajador que al fin puede descansar unos minutos.

Alguna vez, cuando la enferma pedía algo, los dos se levantaban presurosos a dárselo; mas al coger un frasco, si sus manos se tocaban, Marta retiraba la suya velozmente, como si hubiese tropezado con una víbora, y dejaba hacer a su amigo. Ambos guardaban silencio. Marta, olvidada de misma, no pensaba más que en su madre. Ricardo, más egoísta, pensaba en María.

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