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Actualizado: 19 de noviembre de 2025


Ha empezado a hacer grandes estragos en Europa, y Dios no ha querido librar a España de tan tremendo azote. Tengamos paciencia. Hasta ahora Madrid va librando bien. Las invasiones no son muchas. Empezó en Vallecas y parece como que va pasando de Norte a Sur.

Hijo desdichado, hijo á quien el cielo no dió conciencia, sino para hacerte probar el placer tremendo de desgarrarla, como no dió organismo á la lombriz sino para hacerla probar el placer asqueroso de revolcarse dentro del cieno; hijo desdichado, ven acá y oye á un hombre que no tiene el genio de Alejandro Dumas, pero que tiene más corazon, que tiene más genio; porque no hay genio fuera del sentimiento de la verdad y de la virtud, porque no hay belleza fuera del sentimiento que busca el bien.

¡Quinientos ocho pasos! voceó Arnaldo y repitieron todos con asombro. ¿Cuál de las dos armas vence ahora? preguntó orgullosamente el ballestero. En el tiro á distancia, la vuestra lleva la ventaja, lo confieso, replicó Yonson cortésmente. ¡Poco á poco! gritó en aquel punto nuestro amigo Tristán con un vozarrón tremendo y adelantándose hasta llegar junto al engreído ballestero.

No estaban allí a la sazón más que tres redactores. Uno de ellos era el traidor Sinforoso Suárez. Sin decirles una palabra, cayó sobre ellos a puñadas y puntapiés, con tal maña y coraje, que no pudieron hacer resistencia. Cuando alguno se levantaba del suelo, un tremendo revés a mano vuelta le tumbaba de nuevo.

Con las manos estremecidas sobre las telas, estuvo un momento dudando si podría tragar su despecho. Tenía asomadas a los labios desdeñosos unas agrias frases de reproche y ofensa, y, con ellas extendidas por toda su cara descompuesta, salió de la estancia dando un tremendo portazo que alzó en todas las habitaciones un eco penetrante.

Al quitarse aquellas galas delante de su amiga, pensaba en el tremendo problema de explicar al marido la adquisición de ellas, cuando no tuviera más remedio que lucirlas ante sus ojos o no lucirlas. Milagros no se despidió sin repetir con amaneramiento compungido sus ahogos y el remedio que solicitaba.

La verdad es que el pobre señor ha dado un bajón tremendo y no debe de haber estado para morisquetas de algunos meses acá. ¡Si será cierto lo que dice!... ¡Caridad, lástima, arrepentimiento... necesidad de transigir, decoro, reconciliación...!». Otro inciso.

Para abrazarme a mi ídolo le derribé del altar, y cuando le vi por tierra, me llené de orgullo, y la adoración se trocó en desprecio, y le pisoteé en lugar de recibir con júbilo y con vehemente gratitud su beso. »En fin, más vale que haya sucedido todo como ha sucedido. Dios tenga piedad de y perdone mis culpas. Conozco que se acerca la hora en que me llamará Dios a su tremendo tribunal.

Guerreros ambos de mucha nombradía, sus proezas los habían llevado á muy distintos países y campos de combate, sin darles hasta entonces la oportunidad de medirse cuerpo á cuerpo. Dióse la señal, y puestas las lanzas en los ristres arremetieron uno contra otro ambos combatientes, encontrándose con tremendo choque frente á la regia tribuna.

Cierto que sospechaba; pero la noticia, dada así con tales detalles, como el pelo negro, el número de la casa, era un jicarazo tremendo. Desde aquel aciago instante, ya no se enteró de lo que en la calle ocurría. El Rey pasó, y Jacinta le vio confusa y vagamente, entre la agitación de la multitud y el tururú de tantas cornetas y músicas.

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