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Actualizado: 29 de junio de 2025
Digo esto porque don Fernando dio priesa por partirse de mí, y, por industria de mi doncella, que era la misma que allí le había traído, antes que amaneciese se vio en la calle.
Prendóse mucho de mi el tal Judío, pero nada pudo conseguir, que me he resistido á el mas bien que al soldado bulgaro; porque una honrada muger bien puede ser violada una vez, pero con ese mismo contratiempo se fortalece su virtud. El Judío para domesticarme me ha traído á la casa de campo que vm. ve.
7 Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y en lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en desctrucción y perdición.
El padre Aliaga hizo una poderosa reacción sobre sí mismo, se preparó, como siempre que la reina le recibía en audiencia, y entró. Doña Clara cerró la puerta y desandó el mismo camino que había traído, murmurando: ¡Infeliz! ¡Cuánto debe sufrir! ¡Yo no sabía lo que hacen padecer los celos!
Febrer movió la cabeza. Sí; conocía el arma: él mismo se la había traído de Ibiza. Pues con esto continuó el chicuelo no hay guapo que se nos ponga delante. ¿El Ferrer?... ¡mentira! ¿El Cantó y todos los otros?... ¡mentira también! ¡Y pocas ganas que tengo yo de usarlo!...
Apareció en la puerta una enorme barba a la cual estaba pegado un hombre. De entre aquel enorme vellón castaño salió una voz seca y desabrida que dijo: El chocolate. En seguida, Sr. Zagarramurdi. Tome usted esta carta que han traído para el Sr. D. Carlos. ¿Qué tal está hoy? Mal respondió el de la barba dando media vuelta y desapareciendo por donde había venido.
Estaba muy disgustado porque, debido a la guerra, no puede hacer venir sus trajes de Londres, de donde los ha traído siempre.
Ha tenido muchos amantes; es mujer caprichosa: uno de esos caracteres corrompidos que tanto abundan en la sociedad, marcando los distintos grados de relajacion á que llega en cada etapa la especie humana. Ha tenido, como decía, muchísimos querindangos, y al fin viene á enamorarse de un negro traído de Cuba por cierto banquero, que es un agiotista inicuo, un bandolero de frac.
¡Ah! ¡dichoso el que despierta y se encuentra con un ángel! dijo después de haber lanzado de sí la última influencia del sueño. ¿Y no se os ocurre disculparos? ¿De qué?... ¡ah! ¡me ha traído aquí mi corazón!... ¡soy digno de lástima!... no os enojéis, pues. ¿Estáis muy cansado?
Se lo he enviado de los primeros. Phs... creo que ayer lo han traído a casa; pero aún no lo he abierto respondió Maza con afectada indiferencia. Vaya, don Rosendo, ¿gusta usted de comer conmigo?...-Pues hasta la vista. Don Rosendo quedó un instante clavado al suelo como si le echasen un jarro de agua fría.
Palabra del Dia
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