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Actualizado: 7 de junio de 2025
Pero la desesperación taciturna de su Fermo, complicada con una enfermedad misteriosa, de mal aspecto, que podía parar en locura, asustó a la madre que adoraba a su modo al hijo; y noche hubo en que, mientras velaba el dolor de su Fermo pensó en mil absurdos, en milagros de madre, en ir ella misma a buscar a la infame que tenía la culpa de aquello, y degollarla, o traerla arrastrando por los malditos cabellos, allí, al pie de aquella cama, a velar como ella, a llorar como ella, a salvar a su hijo a toda costa, a costa de la fama, de la salvación, de todo, a salvarle o morir con él.... De estas ideas absurdas, que rechazaba después el buen sentido, le quedaba a doña Paula una ira sorda, reconcentrada, y una aspiración vaga a formar un proyecto extraño, una intriga para cazar a la Regenta y hacerla servir para lo que Fermo quisiera... y después matarla o arrancarle la lengua....
No necesito decir que se acabaron los retozos y los juegos; ya no volví a subir al naranjo, cuyos azahares crecieron tranquilos, libres de mi enamorada rapacidad, desarrollando con lozanía sus hojas y con todo lujo su provocativa fragancia; ya no corrimos más por el patio, ni hice más viajes a la escuela, para traerla a casa, tan orgulloso de mi comisión que la hubiera defendido contra un ejército, si éste hubiera intentado quitármela.
Mientras tanto la hermana, como princesa, pasaba el tiempo columpiándose en una mecedora, reprendiéndole cualquier falta severamente... En fin, ya puede usted suponer lo que pasaría allí. Compadecía mucho su situación, y pensando en los medios de aliviarla, se me ocurrió traerla a casa. Mas esto ofrecía dificultades. ¿En qué concepto iba a venir a mi casa?
Sí dijo recobrando la zozobra que al principio había advertido en ella ; quiero traerla aunque sea arrastrada por los cabellos... ¡Ay! Gabriel, estoy tan angustiada que no sé cómo contarte lo que me pasa. Pero vamos, acompáñame. No me atrevía a salir sola a estas horas. Diciendo esto tomaba mi brazo, y con impulso convulsivo me empujaba hacia la escalera.
Lentamente se fue marchando todo el mundo, y la campana cesó de tocar: sólo quedaron allí el estanquero, sentado junto a su cajón, la mujer del aguaducho volcando sobre un plato muy cóncavo el puchero del cocido que acababa de traerla un chico, y la pareja de amarillos que, paseo arriba, paseo abajo, llegaba desde la Cibeles hasta la Casa de la Moneda.
No, señor... el baúl, donde viene la ropa blanca.... No pude mudarme. Artegui se levantó. ¿Por qué no lo dijo usted antes?, ¡justamente estamos en el pueblo donde se equipan las novias españolas! Vuelvo pronto. Pero.... ¿adónde va usted? A traerla a usted un par de mudas.... Debe usted de estar en un potro con esa ropa. ¡Señor de Artegui, por Dios!, yo abuso de usted; aguarde....
A la salida de la iglesia, mientras revelaba su esperanza con palabras entrecortadas, fue tanto el dolor, que casi se tendió en el suelo. El ermitaño la colocó en su silla y corrió después a la cisterna para traerla un vaso de agua.
El día que el proyectado camino de ferro-carril llegue a realizarse, no dudamos que la ciudad y provincia de Teruel, ha de entrar en una nueva vida, pero vida próspera y animada: entonces el comercio recibirá mayor actividad, los pueblos podrán vender con mas facilidad sus mercancías, serán mas fáciles los medios de comunicación, y la provincia toda no podrá menos de recojer los inmensos beneficios que ha de traerla la esplotación de las muchísimas minas que encierra en sus entrañas.
Al fin la cuarta se quedó. ¡Y qué lindamente comenzó a chupar el ángel mío! Me costaba trabajo no saltar de alegría... ¡como me cuesta ahora!... Pero seamos graves... seamos graves y cargantes como el señor conde... Dime, fastidioso, ¿cómo te has arreglado para traerla? Cuéntame. ¡Qué cara tenías ayer noche al abrir la puerta del salón! La cosa no era para menos.
Los pastores de los numerosos rebaños que pastan en estas cercanías, como he dicho a Vd., lo adoran, porque apenas se ha sentido la presencia de una fiera en tal o cual lugar, por los daños que hace, cuando Pablo se pone voluntariamente en su persecución y no descansa hasta no traerla muerta a la majada misma que sirve de centro al rebaño perjudicado.
Palabra del Dia
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