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Actualizado: 30 de abril de 2025
Entonces no tengo yo la culpa, sino un maldito cuadrúpedo, un jaco endiablado que invirtió todo el día en traer desde Navalcarnero aquí á mi sobrino postizo; ¡caballo infernal! ¡haber echado para cinco leguas desde el amanecer hasta el anochecer! ¡si ese jaco hubiera andado más de prisa!... ¡si hubiera llegado al medio día!... Lo de vuestra mujer había sucedido antes.
El diablo no le valió sino para hacer sandeces; ni siquiera se le ocurrió á Fausto que aquella bruja joven, con quien bailó en el aquelarre y la hermosura de cuyos pechos celebra en una copla muy galante, hubiera podido servir de nodriza para su hijo, ya que no quisiese él bajar al seno de las Madres para traer desde allí á la misma cabra Amaltea, nodriza de Júpiter.
Mi ignorancia, como queda dicho, era extrema: mi tía se dio cuenta de ello y se apresuró a traer a Trembles un preceptor, joven maestro del colegio de Ormessón.
El infeliz se vio obligado a acompañarles hasta el prado, para traer al establo lo que le faltaba. Iba más muerto que vivo, pálido, silencioso; se le había concluido la vena jocosa de que tanto abusaba. A la vuelta no pudo resistir; se metió en la huerta de casa y se arrojó de bruces debajo de un árbol, mesándose los cabellos sin articular palabra.
Oye, oye, Isidora: el reloj de las monjas ha dado las tres. Tengo una debilidad... Si persistes en el sibaritismo de traer algo de la fonda, mándalo traer pronto, ya sea almuerzo, ya comida, porque me muero de hambre. =Nueva pausa, durante la cual entran una criada de la casa y un mozo de la fonda. Este sirve el almuerzo. Joaquín demuestra más apetito que Isidora.=
Las alas tiende y sube hasta los cielos, Cual si fueras á traer á tus hijuelos El alimento que la vida dá; Y mientras bajas desde el alta esfera Nuestra voz de Setiembre á la bandera Con himno popular saludará.
Yo podría mostrarte dijo muchos documentos iguales á esos... Pero tú eres hombre, y los hombres deben traer mucho dinero á su casa para que no sufra su mujercita. ¿Cómo voy á pagar mis deudas si tú no me ayudas?... Torrebianca la miró con una expresión de asombro. Te he dado tanto dinero... ¡tanto! Pero todo el que cae en tus manos se desvanece como el humo.
Vé a traer la comida y nada digas a nadie sobre la presencia del Rey en esta casa. Volvió a los pocos momentos llena de curiosidad. ¿Y Juan? le pregunté, empezando a comer. ¿Qué tal está? Apenas le vemos ahora, señor. ¿Por qué? Yo le dije que venía por aquí muy a menudo. ¿Es decir que está enfadado y se oculta? Sí, señor. ¿Pero tú puedes hacerlo volver por aquí? Es muy probable... ¡Oh, sí!
Bueno, bueno. Y también entiendo de limpiar metales, de componer algo de carpintería; hasta de cocina entiendo un poco... Ea, señora dijo restregándose las manos una con otra con tanta fuerza que a poco más saca lumbre , empecemos. Disponga usted la compra de mañana. Un duro. Es un despilfarro. Vengan catorce reales. Yo me entiendo; basta de mimos. Comerá usted lo que haya. Hay que traer carbón.
El rey le daba audiencia, y hacía como que le tomaba consejo; pero luego entraba Sepúlveda, con sus pies blandos y sus ojos de zorra, a traer los recados de los que mandaban los galeones, Y lo que se hacía de verdad era lo que decía Sepúlveda.
Palabra del Dia
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