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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Roger no había descuidado por su parte el diario ejercicio de las armas y podía considerársele como tirador no despreciable, ya que no de los primeros. Grande era el contraste que ambos combatientes presentaban: moreno y robusto Tránter, mostraba el velludo pecho y la recia musculatura de hombros y brazos, en tanto que Roger, rubio y sonrosado, personificaba la gracia juvenil.

Un instante después se oyó el ruido seco que hacía la espada de Roger al romperse, quedándole tan sólo en la mano un pedazo de hoja de no más de tres palmos de largo. Vuestra vida está en mis manos, exclamó Tránter con triunfante sonrisa. ¡Teneos! ¡se rinde! exclamaron á una varios escuderos. ¡Otra espada! gritó Gualtero. Imposible, dijo Rodolfo; sería contra todas las reglas del duelo.

Conocedor Tránter de las ventajas que le favorecían no tardó en aprovecharlas y adelantándose de un salto dirigió á Roger una estocada vigorosa, seguida de tremendo tajo capaz de cortarlo en dos; pero con no menos rapidez acudió Roger al doble quite, aunque la violencia del ataque le hizo retroceder un paso y aun así, la punta de la hoja enemiga le desgarró el justillo sobre el pecho.

Al retroceder una vez más le faltó pie y se hundió en las aguas del Garona. Con una exclamación general de sorpresa precipitáronse todos en auxilio de Tránter, que había desaparecido por completo en las profundas y heladas aguas del río. Dos veces apareció sobre ellas su angustiado rostro y en vano procuró asir los cintos, espadas y ramas que sus compañeros le tendían.

Asiólo con fuerza, incapaz de seguir nadando un momento más, pero sin soltar á Tránter. Los escuderos los sacaron del agua en un tris, depositándolos casi exánimes sobre la hierba. Tránter, que no había luchado como su adversario contra la impetuosa corriente, fué el primero en salir de aquel letargo.

He venido aquí acompañando á mi señor, dijo, y en la inteligencia de que me rodeaban ingleses y amigos. Pero ese escudero me ha hecho un recibimiento brutal y lo ocurrido es culpa suya. Pronto estoy á recoger mi guante, mas ¡por Dios vivo! no sin que antes me pida él perdón por sus palabras y ademanes. ¡Basta ya! exclamó Tránter encogiéndose de hombros.

Pues entonces ¡en avant!, dijo Tránter, echando á andar con gran prisa, seguido de numerosos escuderos. Á orillas del Garona había una pequeña pradera limitada en dos de sus extremos por altos paredones. El terreno formaba rápido declive al acercarse al río, muy profundo en aquel punto, y los únicos dos ó tres botes visibles estaban amarrados á gran distancia.

El mismo Tránter admiró aquella energía invencible y cedió ante la gran fuerza de carácter que acababa de demostrar el joven hidalgo. Puesto que á tal punto lleváis lo que debisteis de considerar como inocente broma, me avengo á declarar que siento haberos dicho lo que tanto os ofende, dijo Tránter en voz baja. Y yo deploro también la respuesta que á ello , repuso prontamente Roger.

Lo que no ofrece duda es que este joven, cuyo nombre me dicen es Roger de Clinton, ha ganado brillantemente el derecho de pertenecer al muy honrado gremio de los escuderos de Burdeos. Aquí está vuestra ropilla, Tránter. Y vos, Clinton, echaos esta capa sobre los hombros y venid cuanto antes. Lo que más deploro es la pérdida de mi buena espada, que yace en el fondo del río, suspiró Tránter.

Pero Tránter, duelista experto, sabía que era imposible sostener dos minutos más aquel ataque violentísimo y fatigoso cual ninguno y que muy pronto cedería el nublado de golpes que caían sobre su espada con rapidez vertiginosa.

Palabra del Dia

ancona

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