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Actualizado: 6 de junio de 2025
Lázaro tosió; el auditorio tosió también. La primera palabra se hacía esperar mucho; por fin el orador tomó aliento, y desafiando aquel abismo de curiosidad que se abría ante él, comenzó á hablar. #La primera batalla#. Lázaro era un poco retórico en la augusta cátedra del club democrático de Zaragoza.
Y tosió luego y manoseóse la barba de arriba abajo con entrambas manos, y con mucho sosiego estuvo atendiendo la respuesta del duque, que fue: -Ya, buen escudero Trifaldín de la Blanca Barba, ha muchos días que tenemos noticia de la desgracia de mi señora la condesa Trifaldi, a quien los encantadores la hacen llamar la Dueña Dolorida; bien podéis, estupendo escudero, decirle que entre y que aquí está el valiente caballero don Quijote de la Mancha, de cuya condición generosa puede prometerse con seguridad todo amparo y toda ayuda; y asimismo le podréis decir de mi parte que si mi favor le fuere necesario, no le ha de faltar, pues ya me tiene obligado a dársele el ser caballero, a quien es anejo y concerniente favorecer a toda suerte de mujeres, en especial a las dueñas viudas, menoscabadas y doloridas, cual lo debe estar su señoría.
¿Os divertisteis la otra noche en casa de los C?... No. Sin embargo, me pareció una fiesta brillante. ¡Qué lindo vestido llevabais! ¿Os gusta el azul? Puesto que lo uso... El señor de Le Maltour tosió levemente, para darse valor. ¿Os gustan los viajes, señorita? No. -Es sorprendente. Os hubiera creído de carácter emprendedor y viajero. ¡Qué idiotez! ¡Tengo miedo a todo!
Y aquí tosió dos veces, emitió un par de gruñidos por vía de proemio, y continuó: "Diré que, aunque admiro como el que más las dotes del joven Alcalá Galiano, prefiero á Romero Alpuente, porque es más expresivo, más fuerte, más ... pues.
Puesto que ya cuarenta y una veces le he repetido que la adoro, como usted dice, no necesito expresárselo de nuevo. Desde que la vi y la hablé en Marmolejo, me tiene usted prisionero por la admiración y el cariño. En sus manos está mi suerte y espero con zozobra mi sentencia. Gloria tardó unos instantes en contestar. Tosió poco, y dijo al cabo: Ha llegado el momento fatal.
El héroe dio un suspiro, a que contestó el poeta con otro suspiro más tempestuoso. Mirando cara a cara a su amigo, Ido tosió dos o tres veces, y con una vocecilla que sonaba metálicamente, le dijo, poniéndole la mano en el hombro: «Usted es desgraciado porque no le hacen justicia; pero yo lo soy más, tocayo, porque no hay mayor desdicha que el deshonor».
Se atusó el áspero bigote, tosió con fuerza, se acordó de las asonadas del cuarenta y del cincuenta, de las formaciones en que lucía el gallardo cuerpo, hasta de las barricadas, y recobrando el pasado ardimiento, cogió a la hechicera avispa las manos, que ella tuvo buen cuidado en no retirar. Oye le dijo , gachoncita, pimpollo, ¿me tendrías miedo?
Este bajó los ojos al suelo en demanda, sin duda, de inspiración, se atusó el bigote, tosió ligeramente y al fin dijo con acento solemne: Tía, no sé si es que Dios me ha tocado en el corazón o es que me voy cansando de la vida que llevo; pero es lo cierto que de poco tiempo a esta parte me acuerdo mucho de los consejos que me ha dado muchas veces, que ando con deseos de formalizar, de romper con estos hábitos poco dignos que la falta de un padre y, sobre todo, de una madre como usted me han hecho adquirir.
Bermúdez sostuvo la mirada de la ilustre dama y olvidó por un momento los cincuenta años de la Marquesa. Suspiró... y en seguida se le subió la champaña a las narices, tosió, se puso casi negro, medio asfixiado y la Marquesa tuvo que darle palmadas en la espalda.
¿Y nosotros pagaremos los platos rotos...? preguntaba Chichoy indignado. ¡Ejem, ejem, ejjjem! tosió el platero oyendo acercarse pasos en la calle. En efecto los pasos se acercaban, y en la platería todos se callaron. San Pascual Bailon es un gran santo, dijo hipócritamente en voz alta el platero, guiñando á los otros; san Pascual Bailon...
Palabra del Dia
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