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Actualizado: 6 de junio de 2025
El segundo canto del poema comenzó en seguida de retirarse a su cuarto de la fonda. Entrar y despedir a la doncella, todo fue uno. Sonaron las dos de la madrugada. Tosió; ahora era ella la que tosía. La puertecilla de comunicación se abrió al momento. Y así sucesivamente muchos días. Cristeta estaba muy contenta.
Extendió una mano hacia atrás y rascó la puerta con la uña, produciendo un rumor semejante al de los ratones... El fino y atento oído de la dama se dio por enterado. Carmen, vaya V. al comedor, y tráigame un vaso de agua... ¡Siento un picor en la garganta!... ¡Jesús, qué tos tan rara! Y la dama tosió hasta querer reventar.
Y ambos movieron la cabeza con urgencia; hicieron con ella un balance para cazar la visual del adversario, pero ¡oh, contratiempo! Una mirada vaga e indecisa, de la cual tenía yo una vaga idea, recorría la fila de los palcos sin detenerse en los brillantes de mi tía, y el saludo fue un saludo en el vacío. Mi tío tosió para disimular el contratiempo.
Leído esto, Soraberri tosió, escupió y comenzó esta relación con gran solemnidad: «Enemistad antigua señalada avya entre el solar d'Ohando, que es del reino de Navarra, é el de Zalacaín, que es en tierra de la Borte.
Como el poeta nacional pensaba siempre en sus asuntos, hasta cuando fingía favorecer á un amigo, tosió repetidas veces para imponer silencio, y dijo así: Ya que deseáis que recite, permitid que empiece por las obras del Padre de los Maestros. El gran Momaren no es conocido como merece serlo.
El canto iba acompañado de golpes sordos, iguales á los que producen las manos sacudiendo y ahuecando algo blando y voluminoso. Miguel creyó reconocer la voz de Alicia. Tosió varias veces sin resultado; no podía oirle.
Después, tosió dos o tres veces, en testimonio de hallarse satisfecho. Apesar de la cautela y del espacio que Carlitos se tomó para armar la máquina, y a despecho de los graves y sensatos consejos que su padre le iba dando, y que él respetuosamente seguía, cuando de nuevo se hizo el café, salió tan malo como la vez anterior. Fue necesario apelar a la antigua maquinilla.
Al cabo de un instante, el cura tosió, para aclararse la voz, y dijo: Por encima de la amistad que hace traición y del amor que desilusiona, hay, sin embargo, Magdalena, algo, o más bien, alguien que usted olvida... Le miré con incertidumbre. Está Dios continuó en un tono majestuoso que me conmovió; Dios que castiga las traiciones y consuela a los engañados...
Atusose el desmayado bigote con inconcebible gravedad, tosió ligeramente y manifestó por lo bajo a su amigo Moreno que la poesía no era más que un estado congestivo y muchas veces morboso del cerebro. Moreno hacía ya tiempo que había adquirido esta preciosa certidumbre; pero acogió la observación con el respeto debido a las grandes verdades del orden físico.
El tosió también. ¡Ah! la tos le concedió cuatro segundos de descanso: hizo un esfuerzo desesperado, tomó algunas ideas en aquel depósito que tenía en la mente, se apoderó de ellas con firmeza, y prosiguió hablando: "Allá va eso, decía la lengua interior; allá van ... las expondré de este modo ... no mejor de este otro ... no ... mejor del otro ... de cualquier modo ... ¡Oh! hay allí uno que se está riendo... Y otro que cuchichea.
Palabra del Dia
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