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Actualizado: 30 de junio de 2025


¡Es mi opinión, Greenwood, que Blair nos ha tratado ruinmente! estalló mi amigo, eligiendo un nuevo cigarro, y mordiéndole la punta con enojo. Recuerda que me ha dejado su secreto. Puede ser que lo haya destruido después de haber hecho el testamento apuntó Reginaldo. No; o debe estar escondido, o ha sido robado, eso es lo que no ha podido aclararse.

El notario dobló metódicamente las gafas, las puso en el estuche y dijo, después de haber tosido para aclararse la voz: Señorita, tengo que protestar ante todo contra la interpretación errónea de unas palabras en el aire, que no se referían a usted ni al señor de Candore... Si hubiera sospechado ni remotamente la simpatía con que usted se digna honrarle, me hubiera cortado la lengua antes que expresar la menor apreciación desfavorable.

; hágame servir un cubierto. También tendrá usted que prestarme dinero, no me queda nada. ¡Cómo! , ; yo tenía un millón, pero se lo he dado a Honorina. El duque comió con el apetito voraz de un loco. Después, sus ideas parecieron aclararse. Era un espíritu fatigado más bien que enfermo.

Al cabo de un instante, el cura tosió, para aclararse la voz, y dijo: Por encima de la amistad que hace traición y del amor que desilusiona, hay, sin embargo, Magdalena, algo, o más bien, alguien que usted olvida... Le miré con incertidumbre. Está Dios continuó en un tono majestuoso que me conmovió; Dios que castiga las traiciones y consuela a los engañados...

Manila se achica, se contrae, se confunde, y por último, al aclararse las costas de Cavite, solo una faja de bruma señala en el horizonte el lugar de partida.

No puedo expresar el efecto que producían en mis ojos, los de la pobre enferma cuando nuestras miradas se encontraban; parecíame que veía aclararse de súbito aquella figura, antes radiante de vida, y ahora completamente cambiada.

Las tropas pasaban también, con sus músicas al frente, para desfilar ante la tumba de aquella mujer de laboratorio que se había ido del mundo sin sospechar su gloria. Cerca de mediodía el profesor Flimnap volvió en busca de su protegido. Empezaba á aclararse la muchedumbre de peregrinos. Ya puede entrar usted en la capital. El jefe de la policía dice que las calles están casi desiertas.

Pasó por fin la última roca, la Diablura, donde iba la gente de trueno, más atroz en sus obsequios y tenaz en proporcionar ganancias a los almacenes de cristales, y la calma se restableció en la plaza, comenzando a aclararse el gentío. En casa de Cuadros, las señoras, cansadas de permanecer tanto tiempo de pie en los balcones, iban en busca de los mullidos asientos de las salas.

Por fin, después de aquella larguísima noche, comenzó a aclararse la bruma y se presentó la mañana, una mañana triste, de un color sucio, como envuelta en lluvia y en barro. Los cuervos pasaron por encima de nuestras cabezas lanzando gritos estridentes. Parecían lamentarse de no ver nuestros cadáveres sobre el cieno inmundo de los pantanos. Allen vio de pronto el bote en una punta próxima.

Llevose la mano sobre el corazón doña Guiomar, ya acabada de perder de amores por el enrevesado comienzo del papel en que los turbados ojos ponía, y cuando estos al fin volvieron a aclararse, continuó leyendo, pálida ahora, encendida luego, y toda anhelante y turbada, lo que sigue: «Sea de esto lo que Dios fuere servido, y lo que queráis vos, que, después de Dios, sois lo que más yo amo, si es que puede llamarse bastantemente lo que yo por vos siento amor, que yo creo que es más bien agonía y quebranto, y fuego irresistible, y gloria en un infierno, y infierno delicioso, y muerte que vale cien vidas, y vida que no se resiste, y cosa, en fin, tan no conocida de , que al verme a ella sujeto, yo mismo me desconozco y de dudo, y parece que siendo no soy, y que, no siendo, soy más que nunca he sido.

Palabra del Dia

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