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Actualizado: 18 de junio de 2025
Pero su dueño, comprendiendo que le costaría mucho trabajo curarlo si esto aún era posible lo carneó esa tarde, y al día siguiente al malacara le tocó en suerte llevar a su casa, en la maleta, dos kilos de carne del toro muerto. Cayetano Maidana y Esteban Podeley, peones de obraje, volvían a Posadas en el Silex, con quince compañeros.
Cuando Fuentes mató el primer toro y fue hacia la presidencia saludando a la multitud, Gallardo palideció aún más, como si toda muestra de agrado que no fuese para él equivaliera a un olvido injurioso. Ahora llegaba su turno: iban a verse grandes cosas. No sabía ciertamente qué podrían ser, pero estaba dispuesto a asustar al público.
Cuando el toro sucumbe, se presenta un episodio que armoniza con los combates mismos. En medio de la gritería que aturde, á causa de la ovacion ó de la rechifla, segun el caso, aparecen tantas parejas de mulas bravías cuantos cadáveres hay en la plaza. Aquel dia conté en las seis corridas quince caballos muertos ademas de los seis toros.
El general Toro voló á reprimirla, logrando en un principio desalojar al enemigo de sus puestos avanzados, y concluyendo por ser rechazado á su vez hasta Maracay, desde cuyo punto envió emisarios á Carácas para que le auxiliaran con tropas de refuerzo.
Apenas acabó estas palabras, el toro embistió... El jinete, con una prontitud maravillosamente servida por la agilidad de su caballo, dio un bote y se encontró a diez pasos del toro, que le perseguía encarnizadamente.
Una capa se tendió entre la fiera y la víctima, un trapo casi pegado al testuz por unos brazos vigorosos que pretendían cegar a la bestia. Era el Nacional, que, a impulsos de la desesperación, se arrojaba sobre el toro, queriendo ser cogido por éste para librar al maestro. La bestia, aturdida por el nuevo obstáculo, se lanzó contra él, volviendo el rabo al caído.
Semejantes á las de La Cueva, por los asuntos de que tratan, son las siguientes de la época inmediata: El bastardo Mudarra, de Lope de Vega; Los siete infantes de Lara, de Hurtado Velarde; El traidor contra su sangre, de Matos Fragoso; Las mocedades de Bernardo del Carpio, de Lope de Vega; El conde de Saldaña, de Alvaro Cubillo de Aragón; El cerco de Zamora, de Diamante; Las almenas de Toro, de Lope de Vega, etc.
Casi en medio de dicha plaza hay una antigua fuente de construcción irregular, que tiene cuatro caños de agua la que va a parar a un pilón tal cual ancho: en el centro se eleva una columna, sin mérito alguno artístico y en su parte superior hay un toro que le sirve de adorno: al pie próximamente de esta fuente, hay una piedra que cubre una angosta escalera que da a un recinto fuerte y abovedado, parecido a una mezquita de la cual nos hemos ocupado poco ha.
No hay ningún sirviente en el patio y por eso no he mandado ver lo que pasa. Subí hasta la buhardilla más alta pero no pude distinguir nada a causa de los árboles. Espero que no le haya sucedido nada malo a nadie, sin embargo. No ha de ser hada grave, esperémoslo dijo Nancy . Quizás se haya vuelto a escapar el toro del señor Snell como el otro día.
Pero ¿usté cree que yo pienso en la muerte? continuó el Plumitas . No me arrepiento de na y sigo mi camino. Yo también tengo mis gustos y mis orgullitos, lo mismo que usté cuando lee en los papeles que estuvo muy bien en tal toro y que le dieron la oreja.
Palabra del Dia
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