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Actualizado: 29 de junio de 2025


Otra vez, como estuviera en mangas de camisa, le estamparon en la espalda una galerada recién impresa, con la tinta fresca de un letrero que decía: «Se vende este perroHasta llegaron a rellenarle las botas con la grasa de untar las ruedas de la máquina, mientras él estaba trabajando con alpargatas para mayor descanso.

Fué inclinándose el vapor de un modo alarmante, mientras los hombres obedecían esta orden sin perder su serenidad. Una trepidación desesperada conmovió la cubierta. Eran las máquinas, que lanzaban estertores agónicos, al mismo tiempo que huía por la chimenea un torrente de humo denso como tinta. Los fogoneros volvieron á la luz con los ojos dilatados por el espanto sobre sus caras negruzcas.

»A las doce, después que he gastado una poca tinta, almuerzo. Creo que es malsano trabajar después de comer. Y ésta es la causa de que yo un pequeño paseo. Algunos días voy al Retiro, que es un gran jardín con muchos árboles; otros, si el tiempo es desapacible, me meto en el museo de Pinturas. A la hora en que yo voy al Retiro no hay nadie.

En esta maniobra, siempre lenta y peligrosa en los ejércitos, se empleó lo restante del dia, y ya próxima la noche fué preciso acampar en las cercanias del pueblo de Cambapata, que dista del de Tinta una legua, y al clavar nuestras tropas las primeras estacas de las tiendas, rompieron los enemigos el fuego con tres cañones, de una bateria que tenian colocada, pero siempre con el ordinario defecto de situarlos demasiado distantes, haciendo con esto las mas veces inutil su efecto, porque las balas no alcanzaban á nuestras tiendas, ni á otros objetos que se proponian ofender.

Compareció sobre el mantel una tortilla fláccida que, por el color, más parte tenía de cebolla que de huevo, y Miquis la dividió al punto. El vino que llegó como escudero de la tortilla era picón y negro, cual nefanda mixtura de pimienta y tinta de escribir.

Junto a la valla que cercaba el perímetro de la estación había una casucha, destinada a cantina, sin el menor deterioro, quizá por ser propiedad de un realista: tenía la puerta cerrada y, sobre ella, se veía este bando allí pegado algún tiempo atrás, manuscrito, con la tinta corrida y el papel humedecido por los aguaceros: DIOS PATRIA REY Comandancia general de Guipúzcoa.

Duque Cornejo, á más de dedicarse á la traza de no pocos retablos, pues tenía decidida afición á la arquitectura, á más de ejecutar pinturas como las del monasterio de la Cartuja de las Cuevas, «tenía dice un autor mucha facilidad en la invención, por lo que se conservan en Sevilla gran numero de los dibujos que hacía para los plateros y otros artistas, sobre papel blanco y en tinta de China, tocados de pluma».

Jacintito tenía convertido el escritorio en club familiar, y allí se charlaba y fumaba, como se jugaba al box y al palo, y en momentos de amistosa expansión volaban los libros, cual si tuvieran alas; todo lo cual contribuía a darle el aspecto de sala de escuela, manchado de tinta el suelo y garabateadas las paredes por los muchachos revoltosos.

Perdida así la gallardía del andar, los cuarenta y pico se asomaban implacables a todas las líneas del rostro: la triste raya de tinta de los bigotes resaltaba sobre la marchita tez; el párpado caído, hundidas las sienes y desaliñado el cabello, parecía el ex buen mozo una de esas desmanteladas torres, bellas a la luz crepuscular, pero que a mediodía todas se vuelven grietas, ortigas, zarzales y lagartos.

Doña Paula, que había acompañado a su hijo hasta el portal, dijo con énfasis al cochero: A casa de don Pompeyo Guimarán... ya sabes.... , ... Dobló el coche la esquina; don Fermín corrió un cristal y gritó: Despacio, al paso. Miró la carta de Ana. Rompió el sobre con dedos que temblaban y leyó aquellas letras de tinta rosada que saltaban y se confundían enganchadas unas con otras.

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