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Actualizado: 29 de julio de 2025
Ya sólo quedaban en pie las paredes y la parra, con sus sarmientos retorcidos por el incendio y las pilastras que se destacaban como barras de tinta sobre un fondo rojo. Batistet, con el ansia de salvar algo, corría desaforado por las sendas, gritando, aporreando las puertas de las barracas inmediatas, que parecían parpadear con el reflejo del incendio. ¡Socorro! ¡socorro!... ¡A fòc! ¡á fòc!
En este momento entró Momo mal engestado, precedido de Golondrina cargada de picón. Traía las manos y el rostro tiznados y negros como la tinta. ¡El rey Melchor! gritó al verlo Marisalada. ¡El rey Melchor! repitieron los niños. Si yo no tuviera más que hacer respondió Momo rabioso que cantar y brincar como tú, grandísima holgazana, no estaría tiznado de pies a cabeza.
No tardaron mucho en venir los disgustos. No obstante, sabía de buena tinta que la señora de Galba se había fugado de su marido, y que la niña de cabello rojo que algunas veces llevaba al coro, no le pertenecía.
El maestro preparó pintura negra con hollín y vinagre, y encaramado en una escalera de mano, empezó la obra, trazando unas letras de un pie de alto. Por desgracia, queriendo hacer un gracioso floreo, dio tan fuerte sacudida a la escalera, que esta se vino al suelo con el pobre maestro y el puchero de tinta, rodando los dos hasta el arroyo.
Reposan en la mesa una gran botella de tinta, un enorme fajo de inmensas cuartillas jaldes, un diccionario general de la lengua, otro latino, otro de términos de arte, otro de agricultura, otro geográfico, otro biográfico.
Aprovechaba la luz de la redacción, el papel y la tinta, en las horas en que el local estaba desierto, para traducir libros cuyo destino desconocía. Proporcionábanle este trabajo ciertos amigos que, a su vez, habían recibido el encargo de los traductores que firmaban la obra.
En el primero están el rio y sus orillas mismas; en el segundo, la línea de localidades y puertos, donde se ve un considerable movimiento de mercancías y trasportes, y la doble cinta que describen el ferrocarril y el camino carretero que giran de cada lado; en el tercero, interminables viñedos, monótonos y tristes por su regularidad, cubriendo extensos planos inclinados ó faldas de pequeñas colinas; en el cuarto, las lejanas montañas del Taunus, de tinta oscura, cubiertas de bosques de pinos, abetos y encinas; por último, el inmenso pabellon de un cielo de color azul pálido y vago, que parece reflejar las brumas de la vieja Alemania.
Inmediatamente pasaron las peluconas al bolsillo del ecónomo, que era un avaro más ruin que la encarnación de la avaricia. Hasta su nombre revela lo menguado del sujeto: ¡¡Gil Paz!! No es posible ser más tacaño de letras ni gastar menos tinta para una firma.
Cada una de aquellas poblaciones es un término medio entre las ruinas, el cementerio y la cloaca, donde reinan la miseria, la inanicion, la estúpida vagancia, la supersticion, la envidia y el hambre.... Es doloroso y repugnante ver cómo se insultan y maltratan mútuamente aquellos innumerables mendigos, de todos sexos y edades, disputándose los viajeros como presas de campaña, medio cubiertos de horribles harapos, cuyo aspecto es doblemente triste por la tinta amarillenta de las telas de lana que sirven de vestido comun.
A las seis y media continuamos la marcha, y los dos pilotos la suya como el dia anterior, hasta las dos de la tarde que paramos en el Arroyo de la Tinta, habiendo caminado 10 leguas por el rumbo del ONO: hallamos muy pocos pastos, solo en la inmediacion de este arroyo, que son fértiles y abundantes.
Palabra del Dia
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