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Actualizado: 21 de julio de 2025
Piense usted que se trata para él de ser ó de no ser, como dice muy bien sir Enrique Irving. Si triunfa, tiene los millones de Julio Harvey, sin contar el gusto de haberse burlado de nosotros. Si fracasa... ¡Ah! amigos míos, entonces será peligroso. El tigre acorralado, seguro de su pérdida, querrá hacer algunas víctimas... ¡Cuidado con él en ese momento!
Puesta en tortura la imaginación, Antoñico ideaba las citas más estupendas y extravagantes; unas veces en el sótano, otras en el cuarto de un actor que estaba en escena; pero todas breves y agitadas, porque el tramoyista era pegajoso como recién casado, y Antoñico no tomaba el aspecto de tigre sino con las damas.
Se atreven con el hombre y con los animales más valientes y corpulentos: hasta con el tigre. El inglés Wádington vió a una en las orillas del Ganges sorprender a un tigre real, apretarlo entre sus potentes anillos y sofocarle al fin, a pesar de los zarpazos y mordiscos del tigre.
"No creais, decia á los Padres, que inmediatamente os han de llevar con cadenas y grillos á las ciudades de los españoles, para que seais esclavos de ellos: ¿por ventura no advertis que os atraen con sus halagos á este fin?" El cura se habia ido á un pueblo vecino al rio. Habia llegado otro sacerdote, que no estaba bien impuesto en la lengua, con motivo de confesar á un indio herido de un tigre.
RAZONTE. Por ti he derramado lágrimas bajo formas infinitas; he sido tigre, zorro, oso, ave de rapiña, alguacil, y por último, me alojé en el cuerpo de Razonte.
Pues lo mismo usted que el autor son dos solemnísimos mamarrachos. García soltó el garrote, cuya arma no podía jugar en aquella ocasión a causa de la estrechez del recinto, y se arrojó al cuello del crítico no diremos como un tigre, pero sí como el animal que más se le parece. Gran confusión en el vestíbulo.
Esta terrible boca poblada de dientes que se abre en medio de nuestra cara, nos hace parecidos al tigre, al tiburón y al cocodrilo. Nosotros, como estos animales, resultamos bestias feroces.
Vamos, mujer, esposa mía, a ver esas alimañas dijo Augusto en tono de paciencia . Desde que me casé contigo me traes sobre un pie. Eras tan amable de polla, ahora de casada tan regañona y exigente... Vamos, vamos, y me pondré un tigre en cada dedo... ¿Qué más? Se te antoja una jirafa. ¡Isidora, Isidorilla!». Ambos se detuvieron mirándose entre risas.
¡Pero hombre, parece mentira que con ese aspecto tremendón y esas barbas tengas miedo de tus hijastros! Es que no los conoces, Germán. ¡Mis hijastros son dos gauchos, dos leopardos! ¡Pero tú pareces un tigre! repuso riendo Reynoso. Mientras esto sucedía en las afueras del parque, dentro de él Tristán llevaba a cabo un gravísimo descubrimiento.
Por armas le dió el Rey el tigre fiero Con Lambarè, la sierra que he contado, Y un h
Palabra del Dia
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