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Actualizado: 21 de julio de 2025


Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales; la postura violenta del gaucho y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria, inmóvil, del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano de galope de caballos le dió esperanza de salvación.

Sin embargo de todo lo dicho, se ha señalado para una guardia el punto del Tigre Tuerto, que sobre ser excelente, tiene la ventaja de hallarse en proporcionada distancia para que todo quede igualmente defindido. Se le ha puesto el nombre de Irala, en consideracion á tan ilustre personage, y á su celebridad en estos paises. Lloviò sin cesar, y el dia 4 lo mismo. No se caminó.

Los indios le llaman Lime-leubu, porque los valles y pantanos por donde pasa, abundan en sanguijuelas, y los Guilliches le llaman Lime, y al pais Mapu-lime, y á sus moradores Limochéas. A un lado junto á la orilla está una isla baja, llamada Nahuel-huapí, ó la isla de Tigres: Nahuel significa tigre, y huapí isla.

La vanidad austríaca no hubiera puesto su boca prominente debajo de la nariz borbónica, símbolo de doblez, con más acierto y simetría que como estaba en la cara de Fernando VII. Dos patillas muy negras y pequeñas le adornaban los carrillos, y sus pelos, erizados á un lado y otro, parecían puestos allí para darle la apariencia de un tigre en caso de que su carácter cobarde le permitiera dejar de ser chacal.

La imposibilidad de salir de casa le pone de un humor de doscientos mil diablos». Estaba sentado junto a la chimenea, envuelto de la cintura abajo en una manta que parecía la piel de un tigre, gorro calado hasta las orejas, en la mano un periódico, en la silla inmediata tres, cuatro, muchos periódicos.

Era el mismo a quien vimos hace mucho tiempo, acaudillando la fiera cáfila que asesinó a martillazos al cura Vinuesa 21 en la cárcel de la calle de la Cabeza. Aquel tigre pequeño vivió mucho. Alcanzó los tiempos de Chico. En la taberna hacía falta un orador para electrizar el selecto concurso. Aquel orador fue Pelumbres, que hablaba mostrando el puño y frunciendo las cejas.

Aquella noche lloró la Regenta lágrimas que salían de lo más profundo de sus entrañas, de rodillas sobre la piel de tigre, con la cabeza hundida en el lecho, los brazos tendidos más allá de la cabeza, las manos en cruz.

Se arrojó sobre él como un tigre; le derribó, le sofocó y le tapó la boca con un pañuelo, al que hizo un nudo, que introdujo en la boca de la víctima. Esta manera de enmudecer, que se conserva aún hoy y se usa por los ladrones, se llama la tragantona. Hasta el crimen tiene sus tradiciones.

Sobre la alfombra, a los pies del lecho, había una piel de tigre, auténtica. No había más imágenes santas que un crucifijo de marfil colgado sobre la cabecera; inclinándose hacia el lecho parecía mirar a través del tul del pabellón blanco. Obdulia, a fuerza de indiscreción, había conseguido varias veces entrar allí. «¡Qué mujer esta Anita!

El zurubí es casi del tamaño del mongrullo y nada inferior en el gusto: su cabeza es casi una tercera parte de su cuerpo, y toda espinas: tiene la boca muy grande y chata, y su tragadero ancho: su piel suave y de color ceniciento, pintada como la de un tigre: su carne blanca, sólida, sana y de buen gusto, siendo el mejor de los pescados sin escama.

Palabra del Dia

buque

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