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Siguieron cayendo nuevas víctimas y los otros monstruos saltaron á su vez, distendiendo sus estrellas, encogiéndolas luego para moler la presa en sus entrañas con una digestión de tigre. Freya asistía á esta alimentación horrorosa con temblores de voluptuosidad. Ulises sintió cómo se apoyaba en él instintivamente, con un contacto que fué haciéndose por momentos más íntimo.

De vez en cuando oiamos tambien á la distancia el bramido del tigre. Al cabo de algunas jornadas de marcha por la corriente profunda, pero poco rápida del rio Securi, llegamos á la confluencia del rio que los Yuracarees llaman Yaniyuta, el cual, bajando del este, viene á dar mas ensanche al Securi.

Bermudez se refugió con menos de 200 hombres en las montañas del Tigre; Ribas, en compañia de unos pocos, suponiendo encontrar á Urdaneta, se encaminó hácia la comarca de Barquisimeto.

Mi caballo era ligero Como la luz del lucero Que corre al amanecer; Cuando al galope partia Al instante se veia En los espacios perder. Sus ojos eran estrellas, Sus patas unas centellas, Que daban chispas y luz: Cuanto su ojo divisaba En su carrera alcanzaba, Fuese tigre ó avestruz.

No terminó la frase: con la fuerza y prontitud que caracterizan al león en su ataque, con la sanguinaria avidez con que el cachorro de un tigre se arroja sobre su primera presa, lanzóse el niño a Jacobo, clavándole las uñas en la garganta, dándole cabezadas en el rostro, pateándole todo el cuerpo con las robustas piernecillas, que parecían tener músculos de acero.

Si en general el elefante, las girafas, los camellos, las zebras y otros brutos igualmente curiosos reciben los homenajes de la mayor parte de la turba, no faltan amadores ó aficionados que tienen su oso, ó su tigre, ó su boa predilecto.

La claridad que bañó la habitación, una vez abiertas las maderas de la ventana, permitió a Nucha distinguir al fin el sofá de repis azul, los dos sillones haciendo juego, el velador de caoba, la alfombra tendida a los pies del sofá y que representaba un ferocísimo tigre de Bengala, color de canela fina.

Cada vez que el doctor, después de una visita, quería lavarse las manos, quedaba asombrado ante las toallas con más colores que el iris, y las pastillas de jabón en forma de tigre ó de lagarto que parecían fabricadas para reyezuelos del África. Todos se extasiaban ante el asombro del médico, aceptándolo como una admiración muda.

Un día vendrá; al fin, que lo resuelva; y la Esfinge Argentina, mitad mujer por lo cobarde, mitad tigre por lo sanguinario, morirá a sus plantas, dando a la Tebas del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo.

Hay algo de particularmente punzante al sentirse atacado, en medio de toda la brillantez y abundancia de la vida civilizada, por el azote de la vida salvaje: el hambre. Esto raya en locura; es un tigre que salta al cuello en pleno bulevar.