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Las pinturas murales del zaguán; los figurones de las cornisas; el caprichoso enrejado de las ventanas; el alegre color del frente, ya azul, ya verde, ya rosa, en su nota más tenue y apagada, da un aire coquetón al conjunto, que se convierte en interesante y misterioso, si el transeunte es impresionable y ve, detrás del visillo alzado de la sala, dos ojos criollos, que ven sin mirar y hablan sin voz.

»Sentí entonces escaparse de sus labios un tenue suspiro; su corazón no había cesado de latir... Vivía todavía. Abrí las ventanas, y un aire puro refrescó la habitación y logró reanimarle. Le hice respirar un pomo, y por fin abrió los ojos; mi nombre fue la primera palabra que pronunciaron sus labios, y levantó la cabeza, que tenía apoyada sobre mi pecho. »¿Dónde estoy? preguntó.

Dos velas inmóviles, cruzadas como dos alas sobre el agua inmóvil también; una tenue línea de humo por el lado de Collonges, y ningún otro signo de vida. En medio del silencio infinito, lejanos toques de campana anunciaban que una vida acababa de extinguirse. Al Cielo, a la tierra, a la luz, Roberto Vérod pedía cuentas de aquella vida.

Del vasto teatro les llegaba el eco prolongado de un canto, seguido de aplausos que morían en un súbito silencio. Y estos intermitentes rumores de la invisible multitud que palpitaba tan cerca de ellos, contribuían a darles la sensación de hallarse circundados por una suave y amorosa quietud. Adriana escuchaba a Julio con abandono. Le parecía que sólo un tenue velo de dulzura separaba sus almas.

Anda que te anda, resbalando aquí, y allá pujando y suspirando mi cabalgadura, al cabo de una hora empezaron a dibujarse los perfiles de los montes sobre el cielo confusamente iluminado por la tenue claridad del crepúsculo.

Esta tenue y vacilante claridad se percibía siempre en la extremidad más lejana, visible al través de la selva, y parece como que se desvanecía ó se alejaba á medida que los solitarios viajeros avanzaban en su dirección, dejando aun más sombríos los lugares en que brillaba, por lo mismo que habían esperado hallarlos luminosos. Madre, dijo Perla, la luz del sol no te quiere.

El señorito lo percibió, aunque tenue, clarísimo, y vio el cañón de la escopeta apuntado tan diestramente que de fijo no se perdería el disparo: el cañón no amagaba a su pecho, sino a las espaldas de Julián.

Sonaba y resonaba en la bóveda la tos de un viejo que rezaba en una capilla escondida; los pasos de un monaguillo irreverente retumbaban sobre la tarima de un altar, y como un refuerzo del silencio llegaba a los oídos un rumor tenue de los ruidos de Vetusta.

Como si al viejo pudiera interesarle el paradero de sus camaradas, habló con voz tenue y trabajosa que á él le parecía sin duda natural... ¡Mala suerte la de su brigada! Habían llegado al frente en un momento de apuro, para ser lanzados como tropas de refresco. Muerto el comandante Blumhardt en los primeros instantes: un proyectil de 75 se le había llevado la cabeza.

Mas, la dilatada noche marítima, ¡una negrura infinita! ¡Nada, siempre nada!... ¡Mil peligros posibles, desconocidos! Se presiente todo esto si se vive en la playa, junto al mar, y ocasiona no poca alegría cuando, cargado el aire de electricidad, se descubre á lo lejos una tenue cinta de fuego. ¿Qué significa aquello?