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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Yo... no sé lo que pongo en el negocio, pero seguramente pondré algo, pues entro en él, y mis consocios parecen contentos de tenerme en su compañía. Echóse a reír Ojeda con tal fuerza, que su espalda chocó con la barandilla, doblándose hacia la parte exterior. «¡Maltrana banquero! ¡Maltrana fundador de un Banco, cuando apenas tenía unas pesetas para desembarcar!...»
»Como mi debilidad es tan grande, apenas puedo tenerme de pie; y, sin embargo, el delirio, el desasosiego me obligan a andar... a pasear por la sala y a escribir, para ver si puedo apartar de mí los tristes pensamientos que me devoran. Un mar de moscas no me deja tener las manos sobre el papel.
Y tras este pensamiento, el duque enamoró de tal modo á Esperanza, que ésta dijo al fin para sus adentros: Le parezco hermosa, y como estos señores son tan ricos y tan orgullosos, ha querido tenerme sin que nadie lo sepa... pero esto durará poco... y me dejará enamorada. ¡Dios mío! ¡y qué hermoso, y qué galán es! Y la muchacha suspiró. ¿Por qué suspiras? la dijo el duque.
El muerto era un perdido, la trataba mal; ahora la pobre muchacha compara... y no sabe qué hacer para tenerme contento. Ya habrás visto lo hacendosa y lo limpia que es. Sí, tiene su casa como antes estaba la mía. De modo que siguen aburriéndote a fuerza de disgustos.
Digo, señor, que no lo entiendo contestó la duquesa. Ni yo tampoco repuso el rey ; yo creo que estoy rodeado de vasallos leales. Alguna miserable intriga... Oíd: «los traidores que os rodean, os tienen separado de su majestad la reina...» Interrumpióse de nuevo el rey. En esto de tenerme separado de la reina, tienen mucha razón, y no tenéis en ello poca parte, doña Juana.
Su imagen, grabada en mi alma, se borró y desapareció no bien vino tu imagen a estamparse en ella, como sello y marca de esclavitud que la hace tuya para siempre. Ni el temor de la maledicencia; ni el odioso pensamiento de que hasta tú mismo pudieras menospreciarme y tenerme por liviana, nada me contuvo.
Llegose en esto á mí disimulado Un mi amigo, llamado Promontorio, Mancebo en dias, pero gran soldado. Creció la admiracion viendo notorio Y palpable, que en Napoles estaba, Espanto á los pasados acesorio. Mi amigo tiernamente me abrazaba, Y con tenerme entre sus brazos, dixo: Que del estar yo alli mucho dudaba. Llamóme padre, y yo llamele hijo.
Ella, después de mirar á un lado y á otro para convencerse de que su padre estaba lejos, dijo en voz baja, imitando el acento del norteamericano: ¡Gringo chapetón! ¡grandísimo torpe!... Si que me has hecho daño, y el lazo lo tiras rematadamente mal... Pero de todos modos me enganchaste con él, y como yo juré que sólo así conseguirías tenerme otra vez... aquí me tienes.
Pues yo no puedo tenerme; pero esta diligencia que salta como una cabra no me deja dormir. ¡Y qué remedio, tio! Este caballero, añadió dirigiéndose á mí, debe de estar muy incómodo.... Oh, no Señor. He pasado la noche en una posada y no necesito ya dormir. Verdad; pero ya ve Usté, ese asiento del medio es tan desagradable.... ¡Bah! le repuse, no es cosa de impacientarse.
Bettina besó con cariño a su hermana; luego quedose con la cabeza apoyada amorosamente sobre el hombro de Zuzie. Pero si estuvierais cansada de tenerme a vuestro lado, si tuvierais apuro de veros libre de mí, ¿sabéis lo que haría? Pondría en una canastilla el nombre de dos de estos señores, y tiraría a la suerte. Hay dos que, a decir verdad, no me serían absolutamente desagradables. ¿Cuáles son?
Palabra del Dia
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