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Actualizado: 26 de mayo de 2025
El portugués no lo pudo sufrir, y tratóle algo mal de palabra, diciendo que él era un caballero «fidalgo de casa du Rey», y que yo era un «home muito fidalgo», y que era bellaquería tenerme atado.
Música y versos quedaron Para esta noche de acuerdo. En tenerme por tan cuerdo 1005 Muchos locos la engañaron. DO
Dawson, que rápidamente conoció la clase de hombre que era Hales, le ayudó ocultamente a tenerme bajo su poder, cosa que yo ignoraba por cierto. El móvil que tuvo para hacer este casamiento, en tan terribles circunstancias para mí, fue de largo alcance y previsión.
Pensando en todo esto me amedrenta la vejez, de tal suerte, que deseo morir antes. Vas a tenerme por presa de un delirio. No importa. Es menester que lo sepas, y te lo contaré todo. Se acerca el día en que has de venir a esta casa; en que he de cumplirte lo ofrecido. A menudo lo deseo, más todavía que puedes tú desearlo.
En este sentir pensaba mantenerme, cuando la no esperada dicha de tenerme V. E. en su memoria me alienta de manera, que con su patrocinio proseguiré la impresión de los autos, que son los que sólo he procurado recoger, porque no corran la deshecha fortuna de las comedias, temeroso de ser materia tan sagrada, que un yerro, ó de la pluma ó de la imprenta, puede poner un sentido á riesgo de censura; y así remito á V. E. la memoria de los que tengo en mi poder con la de las comedias que así esparcidas en varios libros, como no ofendidas hasta ahora, se conservan ignoradas, para que V. E. disponga de uno y otro, en cuyo nombre proseguiré la impresión de los autos, luego que me halle convalecido, de que daré parte á V. E., reservando la liberalidad que me ofrece para cuando necesite valerme de ella.
Está usted equivocado. Sé que le aprecia mucho... Cuando se habla de usted.... ¡uf! le pone por las nubes... ¡Sí, para tenerme más lejos aún! repuso con sonrisa melancólica. Paca insistió.
Por fortuna, no hay bien ni mal que cien años dure; alguno ha de hablar conmigo, que no han de tenerme emparedado, y entonces ya sabré yo lo que me pasa, más por lo que no me digan que por lo que me quieran decir. Interrumpió á Quevedo el ruido de una llave en una cerradura, sintió pasos y una voz desconocida que le dijo: Sígame vuesa merced, señor don Francisco de Quevedo y Villegas.
Y siempre viéndole estoy, amante, dichoso y tierno... mas no existe, es ilusión que imagina mi deseo. ¡Vamos! JIMENA. ¡Leonor! LEONOR. Vamos pronto; le olvidaré, lo prometo. Dios me ayudará... sosténme, que apenas tenerme puedo. Queda la escena un momento sola; salen por la izquierda DON MANRIQUE con el rostro cubierto con la celada, y RUIZ RUIZ.
-Estemos a razón, Sancho -replicó don Quijote-. Ven acá: ¿en qué consideración puede caber que el bachiller Sansón Carrasco viniese como caballero andante, armado de armas ofensivas y defensivas, a pelear conmigo? ¿He sido yo su enemigo por ventura? ¿Hele dado yo jamás ocasión para tenerme ojeriza? ¿Soy yo su rival, o hace él profesión de las armas, para tener invidia a la fama que yo por ellas he ganado?
Y esto no debiera ser así, porque, al fin, yo soy un Esteven, mal que les pese, y ellos, los Vargas, en vez de simpatía debieran tenerme odio, y sucede todo lo contrario: el odio está aquí. ¡Ajo!... Bueno, ¿volvemos a lo mismo?
Palabra del Dia
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