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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Su temperamento inquieto se había modificado, o, por mejor decir, había tomado otro sesgo, manifestándose ahora en su conversación, siempre viva y salpicada de frases oportunas: para intimar con cualquier persona le bastaba media hora. Pocos meses después de abierto el curso, se encontraron Miguel y Mendoza en la calle.
Supo cómo Demetria había dejado ya el colegio y estaba otra vez con su mamá y con su tía, supo cómo se llamaba la calle en que éstas habitaban y las señas que la casa tenía, y supo también el nombre de todos los hijos de la señora Felisa y el temperamento especial que cada uno de ellos tenía, así como las pruebas brillantes de ingenio que el penúltimo, Joaquinín, había dado en más de una ocasión de su existencia, aunque sólo contaba cuatro años y cinco meses.
Lope, niño eterno, abandónase a los desenfrenados impulsos de su temperamento lo mismo viviendo que escribiendo. Idéntico ritmo alocado palpita en los hechos de su vida y en las estrofas perennemente fragantes de sus versos; jamás le abandonó la divina embriaguez de la adolescencia.
No afectaba ingenuidad y gracia, y eso que poseía en su interior y en alto grado ambas cualidades. A pesar de su temperamento fogoso, parecía indiferente y frío en el exterior, creyendo, sin duda, que un hombre como él debía avergonzarse de manifestar demasiada sensibilidad.
Su imaginación y su temperamento nervioso estaban contrapesados por la fuerza de sus músculos. El amable y delicado ángel de poesía sabía dar excelentes puñetazos. Más tarde dirá de él una buena señora: «Era un muchacho bonito.» Cuando entra a West Point hace notar en él un colega, Mr.
Pues el Magistral en seguida: le había dicho que era un temperamento especial, que todo esto y más había que tener en cuenta. Esto era completamente nuevo».
¿De Marta? ¿Qué consejo te ha dado? Tómala aparte, uno de estos días me ha dicho, y explícate con ella. Cuando Olga no quiere a alguién, lo aborrece, y me daría mucha pena que no te tuviera cariño. ¿Marta ha dicho eso? exclamé, y las lágrimas me asomaron a los ojos. ¡Qué corazón, qué corazón de oro! Sí, ha dicho eso y muchas otras cosas más para explicar tu temperamento y excusarte.
Cambió de un modo extraño, violento, como todo lo que procedía de su temperamento singular. Cayó, cuando menos se pensaba, de hinojos ante D.ª Carmen, dedicándole un respeto tan profundo, un cariño tan apasionado, que la buena señora quedó estupefacta y le costó gran trabajo creer en su sinceridad. En su alma se había operado al fin la revelación de la ternura.
Contra su costumbre, quedóse un buen cuarto de hora pensativo mirando rodar las bolas de marfil sin verlas. Don Feliciano se había ido. Al fin su robusto temperamento sanguíneo se sobrepuso a aquellas nerviosidades insanas que pretendían turbarle. Alzóse del asiento.
Todo el mundo conoce a Melisa, que así se la llamaba por toda la comarca del Red-Mountain; todos la conocían por una chica indómita. Su temperamento díscolo e ingobernable, sus locas extravagancias y carácter desordenado, eran tan proverbiales a su manera como la historia de las debilidades de su padre, y eran aceptadas por los vecinos con la misma filosofía.
Palabra del Dia
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