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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Pero imperturbable el buen viejo, como quien trae aprendido el discurso y lo teme olvidar si tarda en soltarlo, le habló de Magdalena pecadora; del Señor, que siendo quien era, la había perdonado; y pasando al estilo llano y natural, contó la transformación sufrida por Enriqueta.

Pobre señor cura, tiene miedo... Teme a los gendarmes de Dios, ¿verdad, abuela? ¿Qué gendarmes, hija mía? Todas las devotas del género de Celestina, son los gendarmes de Dios... A ellas corresponde la vigilancia de la parroquia entera, desde el señor cura hasta el último niño del catecismo... Es seguramente un monopolio. Exageras, Magdalena.

Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago? 32 Porque él ya será llevado a los sepulcros, y en el montón permanecerá. 1 Y respondió Elifaz temanita, y dijo: 2 ¿Por ventura traerá el hombre provecho a Dios? Porque para mismo es provechoso el sabio. 4 ¿Por ventura te castigará acaso, o vendrá contigo a juicio porque te teme? 5 Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin.

Sale don Bernardino, receloso, y don Raimundo, desconfiado, y Rocchio, un corredor que teme ser corrido, y la turba de jovenzuelos bulliciosa; la ceremonia ha concluído y parece oírse el galop final de endiablada orquesta.

En la celeridad no había diferencia ninguna: no se concebía cómo podía un hombre apartarse de un punto en un solo día más de seis o siete leguas; aún así era preciso contar con el tiempo y con la colocación de las ventas: esto, más que viajar, era irse asomando al país, como quien teme que se le acabe el mundo al dar un paso más de lo absolutamente indispensable.

Eso de la revelación lo dice para engañar a la gente... Sin duda se lo figura, se lo teme, o me lo ha conocido no en qué... ¿Lo habré dicho yo en sueños?... Aunque no; podrá haberlo adivinado por su propia locura. ¿No dicen que las grandes verdades las saben los niños y los locos...? ¡Ay, qué miedo me ha entrado! Dios mío, líbrame de esta tribulación.

Quevedo se fué derecho á la puerta y miró detrás de ella. Encontróse en un ángulo con el cocinero mayor, encogido y contrariado. Quien huye, teme dijo Quevedo. Pues no, no dijo saliendo Montiño por qué deba yo temeros. Vos debéis haber venido aquí para algo malo. ¿Yo? por cierto, y ya á lo malo que habéis venido. A traer una carta del duque de Lerma á la abadesa. ¡Cómo! ¡qué!

Vio iniciarse un gesto de desagrado en la cara de su amigo por la imprudencia de tales palabras, y se apresuró a cambiar de conversación, fijándose en «el hombre lúgubre», que estaba a pocos pasos de ellos contemplando la ciudad. Mírelo... tan tranquilo, como quien no teme nada. Pero toda su calma debe ser pura comedia; por dentro quisiera yo verle.

Al volver á su asiento, ella protesto con una indignación cómica: ¡Venir á Montmartre para bailar con el marido!... Puso sus ojos acariciadores en Fontenoy, y añadió; No pienso pedirle que me invite. Usted no sabe bailar ni quiere descender á estas cosas frívolas... Además, tal vez teme que sus accionistas le retiren su confianza al verle en estos lugares.

Sola no pudo menos de reír un poco, y dijo: No tenía usted más que hacerle daño para ser mi mayor enemigo. Pues ... que lo tomaba yo con poco tesón.... Ahora comprendo que era muy extremada y que yo misma me recalentaba la imaginación noche y día, como cuando se echa leña en un fuego que se teme ver apagado. Como no había nadie a quien yo pudiera contar tales cosas, me las contaba a misma.

Palabra del Dia

bagani

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