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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Se interpelaban los viajeros para implorar el préstamo de un estilógrafo. Improvisábanse escritorios entre las tazas de café, así como en las mesas de la cubierta y sobre los pianos. Todos habían sentido de pronto la necesidad de escribir. Al día siguiente llegaba el Goethe a puerto, y las gentes despertaban de su ensueño azul que había durado diez días.
Qué gracioso, ¿eh? decía Eneene riéndose con envidiable gana. Entró un negro y presentó dos tazas de te en una bandeja.
Viéndose frustrado el ladrón le dió un fuerte golpe en la sien que le hizo venir al suelo. D. Baltasar salió inmediatamente á dar parte al juzgado. Octavio, después de haber sorbido dos tazas de tila y de ceñirse la cabeza con un pañuelo empapado en árnica, se retiró á su habitación pidiendo que le dejasen descansar.
El lecho estaba como lo había dejado la agonía, y la almohada con la señal de lo que ya no volvería a cavilar y a soñar sobre su blandura. Los botes de medicinas, el penado, el almirez, las tazas, las vendas, todo había quedado revuelto y confundido sobre los muebles, haciendo pensar en la ansiedad de la lucha postrera.
Noches había en que no se daba la moza punto de reposo en colmar tazas, ni las mujeres en entrar, comer y marcharse para dejar a otras el sitio: allí desfilaba sin duda, como en mesón barato, la parroquia entera.
En la nueva casa las reuniones iban á ser menos simples y austeras que en el alojamiento de Robledo. Sebastiana, que sólo creía en el mate, remedio, según ella, de toda clase de enfermedades y suprema delicia del paladar tuvo que servir á los invitados, ayudada por dos criaditas mestizas, varias tazas de agua caliente con una cosa llamada té.
AZUCARILLOS. Se bate un poco una o más claras de huevo y se agrega la misma cantidad de tazas de agua que de azúcar florete; se acerca al fuego y se hace hervir a fuego vivo, y cuando tiene un punto fuerte, se pasa por un paño húmedo.
Anselmo fue a llamar al médico y Petra se instaló a la cabecera de la cama, como un perro fiel. La cocinera, Servanda, iba y venía con tazas de tila, silenciosa, sin disimular su indiferencia; era nueva en la casa y venía del monte.
Las cortinas bien corridas sobre el ventanal de cristales, la chimenea ardiente esparciendo palpitaciones de púrpura como única luz de la habitación, el monótono canto del samovar hirviendo junto á las tazas de té, todo el recogimiento de una vida aislada por el dulce egoísmo, no les permitió enterarse de que las tardes iban siendo más largas, de que afuera aún lucía á ratos el sol en el fondo de los pozos de nácar abiertos en las nubes, y que la primavera, una primavera tímida y pálida, empezaba á mostrar sus dedos verdes en los botones de las ramas, sufriendo las últimas mordeduras del invierno, negro jabalí que volvía sobre sus pasos.
¿Cuándo piensas casarte? Cuando me quieran contestaba ella con gracia. ¿No tienes novio todavía? No. ¿Pues en qué estás pensando? Ella sonreía mientras llenaba las tazas de café. La Shele era muy bonita, muy modosita, muy fina. Era este tipo vascongado, esbelto, que tiene algo de pájaro. Muchas veces yo pienso añadió el médico viejo que nuestra raza no es fuerte.
Palabra del Dia
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