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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Venid acá, venid a mis brazos, esperanza del mundo exclamó D. Paco, loco de contento . ¡Si supiera usted cómo está mamá!... ¡Buen susto nos ha dado el picaroncillo!... ¿Pero qué ha sido eso, niño? ¿Estaba usía prisionero? Me cogieron prisionero junto a la ermita dijo D. Diego . ¿Pero estás vivo, Gabriel? ¿Y también, Marijuán?

Se abalanzaron a la almohada, pero ni don Pablo ni misia Casilda podían desprenderle, tal temblor les entró a los dos; cuando lo tuvieron delante de los ojos, no podían leer, porque el susto les cegaba. Lee, Pablo, que mis ojos no distinguen nada. Lee , más bien, hija, tengo la vista nublada. Vete, Pampa, aquí estorbas.

Vivía entre el beau monde, formaba parte integrante de la high life; el pueblo la atacaba los nervios; huía de la multitud por miedo al mal olor, y si en otros tiempos la hubiesen llamado ciudadana, habríase muerto del susto.

Ya lo creo, no tenía la misma opinión de él. Pues ¿y mi tía? Su tía es la que da la voz y el voto aquí, menos a , que, al fin y al cabo, uno de estos días le voy a dar un susto haciendo desbocar los caballos y echándola a una zanja por exaltada. ¿Entonces yo debo pelear contra don Buenaventura? ¡Pues ya lo creo, y ahí va un pelotazo más!

Por ejemplo, si estuviéramos en Francia diría yo ahora á Gualtero que se dirigiese al galope hacia aquel caballero que allí viene y que después de saludarlo en mi nombre lo invitase á cruzar conmigo la espada. Pues no se llevaría mal susto el infeliz, exclamó Gualtero, que miraba atentamente al desconocido.

El vicario se encogió de hombros y miró a Pepita con cierto susto, porque nada sabía, y le llamaba la atención la vehemencia con que ella se expresaba. Pepita prosiguió: Padre mío, yo no debí llamar a Vd., sino ir a la iglesia y hablar con Vd. en el confesonario, y allí confesar mis pecados.

A la vez que refunfuñaba con singular vivacidad, abrió la puerta de la sala y, en vez de responder al saludo, al alegre saludo y las preguntas premiosas de la condesa, se dejó caer en una silla exhalando un suspiro. ¡Dios mío! ¿qué os pasa, mi buen Mathys? exclamó la condesa , ¡qué sudoroso y pálido estáis! Dejadme respirar, dejadme reponer del susto mortal que he sentido.

Sentóse en una de las primeras mesas y al instante observó que los rostros de los parroquianos, muchos de ellos conocidos y amigos, se volvían hacia él sonrientes unos, otros con expresión de susto. No se pasaron muchos segundos sin que llegase a sus oídos la voz campanuda del ayudante, que discutía con sus amigos allá en el fondo del café, en lo más obscuro.

Señores, la verdad es que todos nos hemos vuelto locos en España; los unos por lo que hacen y los otros por lo que dejan de hacer. En este momento se oyeron algunas exclamaciones ruidosas. La condesa misma salió de su languidez y se levantó de un salto. Por fin, ¡ya apareció el perdido! exclamó . Mil veces bien venido, desventurado cazador y malparado jinete. ¡Buen susto nos hemos llevado!

Por la tarde, ella, Isabel y el conde se presentaron de improviso en mi cuarto. Tuve una alegría inmensa y más cuando Isabel me dijo en voz baja que Gloria había tomado la iniciativa en aquella visita. Cuando entró estaba pálida y tenía los ojos hinchados de llorar. Después que me oyó hablar, el susto dio paso a la indignación.

Palabra del Dia

hociquea

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