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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Su buen humor había desaparecido junio con los colores de su cara; una obesidad grasosa y amarillenta hinchaba su cuerpo; y al fin, un año después de abandonar la tienda, murió sin que los médicos supieran con certeza su enfermedad.
D.ª Carolina se alzó del sofá y dio tres o cuatro pasos. ¡Si supieran ustedes cuánto lo temo! dijo parándose. No lo puedo remediar; siempre que voy a decir algo importante a Pantaleón, me sucede lo mismo, me pongo temblorosa; toda me aturrullo... Mire usted cómo me tiembla la mano, Costa. Mario apretó la mano de su futura suegra, pero no pudo comprobar el temblor.
Pero, como viera que el intendente la mirara con desconfianza, prosiguió con acento más tranquilo: ¡Ah, Mathys, qué feliz me hace esta prueba de vuestra sinceridad! Ella me permite esperar que os hayan acusado injustamente. Se pretende que vos robasteis a esa niña y la trajisteis a casa del conde de Bruinsteen sin que él ni la condesa supieran nada de antemano.
Nada seguramente. Nos casaríamos, y acto continuo nos iríamos a Jerez, para que conociese a sus amigas y a sus tíos. ¡Qué susto llevarían todos al verla del brazo de un caballero, y mucho más, cuando supieran que este caballero era su marido! Estaba tan linda, tan graciosa, que no pude menos de pedirle con vehemencia que me permitiese darla un beso. No fue posible.
Cuando el joven pudo hablar, ya algo más tranquilo, después que por sus pálidas mejillas corrieron a raudales las lágrimas, dijo: Perdónenme ustedes si aumento su dolor con la expansión del mío. ¡Si supieran lo que sufro!... El anciano se sonrió con tristeza. ¡Pobre Amaury! dijo en voz baja Antoñita. Ya estoy sereno agregó Leoville.
El Maestrico seguía afirmando sus convicciones con una fe, que iluminaba sus ojos cándidos. ¡Ay! ¡Si los pobres supieran lo que saben los ricos!... Estos son fuertes y gobiernan, porque la sabiduría está a su servicio. Todos los descubrimientos e invenciones de la ciencia caen en sus manos, son para ellos, llegando apenas los residuos a los de abajo.
¡Hay hombres afortunados! decían otros comerciantes envidiosos; comprar una casa por nada, vender bien su partida de zinc, asociarse con un Simoun y casar á su hijo con una rica heredera, ¡diga usted que son gollerías que no las tienen todos los hombres honrados! ¡Si supieran ustedes de dónde le viene al señor Pelaez esa gollería! Y con el tono de voz se indicaba á sí mismo.
Muchos de nuestros Poetas, y algunos de los antiguos supieron muy bien excitar al amor profano; pero en esto mostraron su poco juicio, porque nunca puede ser juicioso el Poeta que excite los afectos para seguir el vicio, antes debe ser su instituto animar á la virtud; y no hay que dudar, que si los Poetas supieran hacerlo, tal vez lo conseguirian mejor que algunos Oradores, porque los hombres se inclinan mas á lo bueno, si se les propone con deleyte, y esto hace la Poesía halagando el oido.
Nada seguramente. Nos casaríamos, y acto continuo nos iríamos á Jerez, para que conociese á sus amigas y á sus tíos. ¡Qué susto llevarían todos al verla del brazo de un caballero, y mucho más, cuando supieran que este caballero era su marido! Estaba tan linda, tan graciosa, que no pude menos de pedirle con vehemencia que me permitiese darle un beso. No fué posible.
A España el de Toledo siendo ido, A Santa Cruz volver han procurado: Hernando Salazar lleva la guia De los treinta que van en compañia. En un paso se ponen peligroso Los indios Chiriguanos en celada: El español del daño receloso No fué, que si supieran la emboscada, No fuera el mal suceso tan dañoso.
Palabra del Dia
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