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1 Y se levantó Eliasib el sumo sacerdote con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos la santificaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, aparejándola hasta la torre de Hananeel. 2 Y junto a ella edificaron los varones de Jericó; y luego edificó Zacur hijo de Imri.

Sois como delegados del Sumo Repartidor de bienes, para que de lo vuestro deis una parte a los que nada tienen. »Que no se conozca nunca que has sido pobre, pues si descubres por entre tus sedas el paño burdo de tus primeros años, habrá tontos que se rían de ti. Instrúyete bien en las cosas que no has podido aprender en la pobreza. eres lista y harás grandes progresos.

Si es nada más que un socorro...». Miquis, turbado hasta lo sumo, aprecio con rápida ojeada interior su situación. ¡Se había casado seis días antes, estaba en la luna de miel!... ¡Ser traidor a su joven y amable esposa! «No, no, no», gritó para , y luego, en voz alta: «Pobre mujer, criminal o desgraciada, noble, plebeya o lo que seas, yo no te puedo amparar... Busca en otra parte...

Los gentileshombres le saludaron con sumo respeto. Pero cuando entró en la cámara real, la encontró desierta. El rey acostumbraba á estar siempre en la cámara cuando llegaba Lerma. Lerma se alarmó al no encontrar al rey en su cámara.

Pero de su situación, de su forma, de su amplitud, de sus comodidades, ni una palabra: a lo sumo, que era grande, con solanas, escudo nobiliario y accesorias.

Estaba jadeante, pálido, desencajados los ojos, tembloroso. Juan le miraba con sumo interés; más que con interés, con cuidado. Temía que Montiño se hubiese vuelto loco. ¿Pero qué os sucede, tío? En primer lugar dijo el cocinero mayor , no me llaméis tío: yo no lo puedo consentir: he obedecido y he callado; pero me falta ya la resistencia á fuerza de desgracias y no me callo ni obedezco más.

Luego pasó a la sala, seguida de doña Lupe, que quería meter baza a todo trance: «Tendremos sumo gusto en venir mañana. Aprecio mucho a Mauricia, que a no ser por el maldito vicio, sería una buena mujer, trabajadora, fiel... Y dígame usted: de noche habrá que velarla. Yo no tendría inconveniente en quedarme alguna noche; y si no, mi sobrina...». Dios se lo pague a usted... Se acepta, se acepta.

Cerca de la barranca y en el lado de la sierra, había un robledal bastante espeso y de recios troncos. Escaso refugio era aquél y peligroso en sumo grado para defenderse de un enemigo tan formidable como el que se les iba encima a paso de gigante; pero como no tenían otro mejor a sus alcances, a él acudieron sin tardanza.

¿Por qué me trata usted así? preguntó con pena fingida Baltasar, que en sus adentros renegaba de la virtud plebeya ¿Qué mal hay en...? ¿Por qué? repitió Amparo con sumo brío . Porque no me conviene a perderme por usted ni por nadie. ¡ que es uno tan bobo que no conozca cuando quieren hacer burla de uno!

Y todo esto lo tiene Ambrosio en las treinta varas que rodean su casa. En aquel terreno están cubiertas todas sus aspiraciones, no inquietándole el porvenir de sus hijos, puesto que sabe que en aquel suelo, mina inagotable cultivada por la mano del Sumo Hacedor, está encerrado todo el horizonte del mañana.