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En efecto, la maestría de Calderón excita nuestra sorpresa hasta lo sumo, porque, al componer los autos, vence obstáculos muy superiores á los de las comedias, y porque sus facultades poéticas se ostentan también con más brillantez y más pureza, y porque en ellos desaparecen la superabundancia é hinchazón de su estilo, manchas aisladas, que deslustran sus dramas mundanos, cediendo su lugar á una exposición sencilla y clara, apropiada á la grandeza del asunto.

He tenido un placer y una sorpresa cuando esta mañana el duque de Lerma me ha dado á firmar vuestro nombramiento de inquisidor general. Como he firmado con sumo gusto el nombramiento de embajador para don Baltasar de Zúñiga, y el de gentilhombre de mi cámara para el duque de Uceda; estaban demasiado apoderados del príncipe don Felipe.

A quien se sienta dispuesto á dudar del genio sublime de nuestro poeta castellano, le presentaremos esta magnífica tragedia, de lo mejor, sin duda, que ha escrito Calderón, y que reune todos los encantos de la poesía romántica con notable profundidad psicológica, y una impresión trágica conmovedora en sumo grado.

Sin esa coincidencia, yo sería para la hija de don Alejandro Bermúdez un villavejano más; a lo sumo, el hijo del boticario don Adrián, antiguo y buen amigo de su padre. ¿Ni por qué había de ser otra cosa mejor?

De haber hablado entonces se hubieran negado a creer que no era el Rey; a lo sumo hubieran creído que el Rey se había vuelto loco. Los manejos de Sarto y mi propia pasión me habían impulsado; la retirada no era ya posible y la pasión seguía llevándome hacia delante. Aquella noche aparecí ante todo Estrelsau como el verdadero Rey y el prometido de la princesa Flavia.

Antes de casarse mi hija con el conde de Lemos, la había galanteado don Francisco, y ella, á la verdad, no se había mostrado muy esquiva con sus galanteos. Apenas casada, por razones de sumo interés, me vi obligado á prender á don Francisco de Quevedo y enviarle á San Marcos de León.

23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas que estaban delante de las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24 Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el capitán del Templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

58 Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, estaba sentado con los criados, para ver el fin. 59 Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarlo a la muerte; 61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el Templo de Dios, y en tres días reedificarlo.

Cuando iba éste, la natural simpatía le impulsaba siempre a hablar con el Conde de Alhedín más que con otro alguno. El Conde hablaba con formalidad, con sumo acierto y con sano juicio, de las cuestiones más graves, y hasta cuando estaba de broma todos sus chistes parecían a don Braulio no groseros y vulgares, sino delicados e ingeniosos, por donde era el primero que los reía.

Yo, turbado hasta lo sumo, le dije que quería ir a la escuadra, y que cuando volviese me podría querer a su antojo; pero que si no me dejaba realizar mi deseo, la aborrecería tanto así, y extendí los brazos para expresar una cantidad muy grande de aborrecimiento.