Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


Entonces huyó el niño de allí desolado; corrió ciego a la Nursery y se arrojó de cabeza en su blanca camita, con la enconada amargura y la sombría desesperación del suicida que se arroja, solo y sin esperanzas, en un abismo oscuro, negro, profundo... El sueño, el sueño bendito, fiel amigo de los niños, suave consolador de todos sus pesares, vino al fin a acallar sus sollozos y contener sus lágrimas, adormeciéndole allí mismo, sin variar de postura, vestido todavía y con sus premios en la mano...

Tal vez ella le hablaba de su salud, dejando por un momento de halagarlo en sus ilusiones, descubriéndole el peligro en que estaba su existencia; y el otro, con el ardor suicida de la pasión, imploraba lo mismo que un niño que ha puesto toda su felicidad en la conquista de un juguete: «¡Una vez; una vez nada masEstaba convencido de que así era en la realidad.

El sacerdote, encargado de su guarda, se suicida al ver que se rompen sus cadenas, y que inundarán al mundo las desdichas anunciadas. Pronto empieza á cumplirse el oráculo.

Instintivamente, como el suicida pone el dedo en el gatillo, llevó la mano al cerrojo; pero así como el suicida, instintivamente también, se sobrecoge y no tira, apartó su mano del cerrojo, el cual tenía el mango tieso hacia adelante como un dedo que señala.

Si crees que la desgracia de tu padre te va á dejar sin honra, si lo crees así, si de ello estás convencido, ¿por qué no eres el suicida? Responde, hijo cobarde, ¿por qué no eres quien coge el puñal? ¿Por qué tu padre ha de ser víctima de una opinion tuya, de un juicio tuyo? ¿Por qué ha de ser el caballero andante de tus ideas romancescas?

¡Fuerte, fuerte, hijos míos! ¡Echad vuestra alma por la boca! ¡Morir ahora con la maldición de Dios y la de su marido! ¿Quién iría a poner una flor sobre su tumba? ¿Quién no miraría con horror la tumba de una pérfida mujer, de una suicida? ¡María! ¡María! clamaba el coro angélico haciendo vibrar el aire con aquel grito anhelante.

Es imposible, fundar la moralidad de este acto, en la moralidad de otro acto. Dios otorgándonos la vida, ha querido que procurásemos conservarla; pero el hombre es libre, y á veces se suicida. El que conserva su vida cumple con un deber; el que se mata, le infringe.

Solís, que era una autoridad científica de su época, el primer sabio oficial en las cosas del mar, explotaba su prestigio desde Sevilla, aprovechando todas las ocasiones favorables para formular una petición. Don Fernando el Católico, a su demanda, le concedía los bienes de un vecino que se había suicidado. En aquellos siglos, la fortuna del suicida pasaba a la corona.

Tal vez pensó la mano misteriosa que así á un suplicio eterno me condena, que al ver perdida mi ilusion hermosa, al verme entre las sombras de la pena, en justo desagravio del martirio que en un infierno convirtió mi vida, ciego, iracundo, presa del delirio fuese á buscar el arma del suicida... ¡Ah! nunca; suya fué la atroz sentencia que, dócil al capricho de mi suerte, me libró, sin pedirlo á la existencia, y ella no más ordenará mi muerte.

Ya todos los acontecimientos transcurridos se sucedían en mi memoria como las reminiscencias de un sueño, pero yo aspiraba aún al porvenir, y este porvenir incierto lo llenaba con mis quimeras, cuando, de pronto, una idea horrible me sobrecogió. ¡El porvenir! exclamé , ¿y con qué derecho, miserable suicida, te atreves a hacer planes sobre el porvenir?

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando