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Actualizado: 30 de abril de 2025
Viendo á todas llorar, la capitana babae prorrumpió en una carcajada, al par que las decía: Vamos, muchachas, no hay tiempo que perder; mañana llegará á las once. ¡Qué soberano contará en sus crónicas que todo un pueblo ha llorado ante la idea de no verle! Creemos que ninguno.
No bien llegó San Vítores á Manila, principió á gestionar la realización de su pensamiento, el cual no solamente no fué secundado sino que encontró acérrimos enemigos; esto no obstante el Padre San Vítores abrigaba en su alma la más fuerte de las perseverancias; la perseverancia que emana de principios del mismo Dios, «bautizarás al idólatra» dijo, y el infatigable jesuíta firme en su propósito se dirigió al Padre Nitarht, confesor de Doña Mariana de Austria, esposa del Soberano reinante por aquella época en Castilla, Don Felipe IV, del cual consiguió aquella una Real cédula satisfaciendo ampliamente los deseos del jesuíta.
Miróse el pueblo montañés en tal espejo, y no sólo vió admirablemente reproducida su propia imagen, sino realzada y transfigurada por obra del arte, y se encontró más poético de lo que nunca había imaginado, y le pareció más hermosa y más rica de armonías y de ocultos tesoros la naturaleza que cariñosamente le envolvía, y aprendió que en sus repuestos valles, y en la casa de su vecino, y en las arenas de su playa, había ignorados dramas, los cuales sólo aguardaban que viniera tan soberano intérprete de la realidad humana a sacarlos a las tablas y exponerlos a la contemplación de la muchedumbre.
A Jupiter pluguiera soberano Que nuestra juventud sola se viera Con todo el bravo exercito Romano A donde el brazo rodear pudiera! Que alli el valor de la Española mano La mesma muerte poco estorvo fuera Para dexar de abrir ancho camino A la salud del pueblo Numantino.
«Así como Rey da leyes á los poetas, y él es superior á toda ley poética, razón y norma de la poesía, y su opinión ha de ser obligatoria y firme para los demás. Y, si al parecer, hace ó dice poéticamente algo contra las leyes y conveniencias poéticas, aunque no lo explique, sus motivos tendrá, y bástete obedecerlo, porque como soberano de su reino, da leyes y no las admite.
Aquel paso creó vivo interés en el pueblo y fue saludado con aclamaciones. La Princesa era popularísima y el Canciller mismo no había vacilado en decirme que cuanto más asiduamente hiciese yo la corte a mi noble prima y cuanto antes se verificase la boda, tanto mayor sería la satisfacción de mis subditos, y, por consiguiente, la popularidad del nuevo soberano.
El Clavel le echaba una mirada recelosa y daba la vuelta con soberano desprecio. Toma, Clavel, toma este pañuelo, llévaselo a tu ama. Algunas veces lo cogía por compromiso y lo dejaba a la mitad del camino. Otras ladraba tres o cuatro veces para indicar que no eran de su gusto aquellos insulsos experimentos.
Al fin, el gigante, cansado de tantas molestias, abandona el pozo, pero antes de alejarse levanta una pata con soberano desprecio y lanza un chorro de orina sobre la masa laboriosa. La venganza de los poetas interrumpo yo, sonriendo. Sí, la venganza de los poetas. Pero ¿qué importa ese desahogo del bohemio cantor á la hormiga honrada, económica y amiga del orden?
Esta última dignidad fue la que obtuvo donna Olimpia, mas no por eso fue menos considerada, y según la etiqueta de la corte, severa y minuciosa por todo extremo, donna Olimpia fue tratada, respetada y atendida como esposa del Negus Nagat, o Rey de reyes y Soberano Señor de Aksum, de Homer, de Raydan, de Habaset, de Sabá, de Silhi, de Tiyam, de Kas, de Bega y de otros Estados, de la mayor parte de los cuales, ya in partibus infidelium, sólo quedaba el título.
Llevando al hombro su fusil antiguo, que aún hacía más enorme y pesado una bayoneta interminable, hubiera podido descansar junto á la garita pintada con los colores de Mónaco; pero prefería moverse en incesante paseo, mirando á todas partes por si alguien intentaba penetrar en el alcázar del ausente soberano.
Palabra del Dia
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