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Actualizado: 9 de junio de 2025


Hay que tenerle lástima. ¡Lástima, cuando es un sinvergüenza, un perdido, que deshonra a la familia! Un desgraciado, más bien, mamá replicó dulcemente la niña. Misia Gregoria se sentó.

No es esto negar que el marido poseedor del título no pueda ser, y no sea a veces, ya un tonti-loco, ya un desalmado sinvergüenza, ya el más derrochador y vicioso de todos los hombres; pero de todo esto parece inverosímil que no se tuviese alguna noticia antes de la boda y aun antes del noviazgo. ¿Cómo es que el padre y la madre de la niña no se opusieron? ¿Qué ceguedad tan grande no fue la de la misma niña y tan injustificada y tan apenas explicada, ya que su amor no se ve que fuera muy vehemente para rendirse y entregarse en cuerpo y en alma a un perdido, sólo casi con el mero aliciente del marquesado?

La tullida sintió un hormigueo en la palma de la mano, y la estampó ruidosamente en la mejilla de su hija, que se tambaleó, retrocedió escondiendo el rostro, y se fue a sentar en la silla más próxima. ¡Sinvergüenza, raída, eso de no lo aprendistes! vociferó la enferma, algo desahogada ya después del bofetón.

Lo que es la abuela o alguna tía, a quienes el romadizo había impedido ir a cumplir con la viuda, preguntaban. ¿Y quién rompió el chivato? Doña Estatira, la mujer del escribano. Ella había de ser, ¡la muy sinvergüenza! ¡Ya se ve..., una mujer que tiene coraje para llamarse Estatira!... Por más que cavilo no acierto a darme cuenta del porqué de esta murmuración. ¡Caramba!

El marino, al perder su buque, se mata; todo hombre de honor que considera su falta irremediable apela á la muerte, para caer en una postura digna. Y ese emperador sigue diciendo Toledo que ha organizado el exterminio de diez millones de hombres desea llegar á viejo... ¡Ah, sinvergüenza!

Luego encrespándose de pronto: Es un bribón ¿sabes? un sinvergüenza, que no sabe siquiera guardar el decoro de su mujer. La mayor parte de los días la espera a la salida de San Pascual y la acompaña a pie hasta su casa. En el teatro no le quita los gemelos de encima. ¡Una porquería! Aunque sea un mal marido, que tenga dignidad. Y la pánfila de mi hija, loca, perdida por él. ¡Has visto qué imbécil!

Únicamente él pudo detenerlo, arrebatándole el arma. ¡Ese pedigrée sinvergüenza! vociferaba el viejo con la boca lívida, agitándose entre los brazos de su yerno . Todos los muertos de hambre creen que no hay mas que llegar á esta casa para llevarse mis hijas y mis pesos... ¡Suéltame te digo! ¡Suéltame para que lo mate! Y con el deseo de verse libre, daba sus excusas á Desnoyers.

Doña Frasquita era algo avara; pero antes de tolerar que su marido acabase de corromperse y perderse comprando medias a una sinvergüenza, consintió en que Cristeta saliese de Madrid acompañada de una doncella, costara lo que costara. Menos ruinosa resultaría la doncella que la pérdida de su marido. La escena que pasó entre los cónyuges fue trágica.

Y murió repentinamente la alegría en nuestro mancebo, como una chispa de fuego cuando cae en el agua. Quedó silencioso y sombrío largo rato. Soledad, rumiando con desesperación sus celos, tampoco hablaba. Al cabo profirió en voz baja: ¡Daría la mitad de la vida por sorprenderlos, por decir á esa sinvergüenza cuatro verdades! Manolo siguió silencioso.

La carta comenzaba de un modo terrible: «Querido sinvergüenza.» Y en el mismo estilo seguían los primeros párrafos. Esto vale la pena murmuró sonriendo . Esto hay que leerlo despacio. Y guardando la carta, con el regodeo del que se reserva un gran placer, Jaime subió a la torre después de despedir al muchacho.

Palabra del Dia

rigoleto

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