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Actualizado: 10 de noviembre de 2025


Y familiarizado con los extraños rumores que aquella noche poblaban la isla y que llegaban de nuevo hasta él como bocanadas de lejano incendio, se lanzó en una carrera loca de trinos, cual si se sintiera espoleado por la voluptuosidad de la noche y fuese a reventar de fatiga, cayendo del árbol su envoltura de pluma como un saco vacío después de haber derramado su tesoro de notas.

Durante un segundo tuve el sentimiento extraño de que debía retroceder, huir a toda prisa, sin tregua ni reposo hasta que me sintiera protegida por la distancia. Toda mi inquietud acerca de Marta desaparecía ante esa angustia misteriosa que me oprimía la garganta hasta ahogarme.

La pobreza sería la única hada que le abrazase al surgir al mundo. Si la fortuna no había de apiadarse, prefería que el ser inocente pereciera en su encierro antes que ella lo viese, antes que se sintiera esclavizada por el cariño. Se entregó al trabajo con valentía femenil, mostrando esa resistencia de que sólo son capaces los seres nerviosos.

»A veces me parece, cuando me duele la cabeza, o estoy resfriada, o no como algo porque me desagrada, que mi papacito tuviera mis dolencias y sintiera mis náuseas: si toso, me parece que a él también le duele el pecho; si siento frío, que él también lo siente. ¡Qué bueno es quererse así

En el mismo instante alzó la frente, y con satánica convicción, que tenía cierta hermosura por ser convicción y por ser satánica, se dejó decir estas arrogantes palabras: «Mi marido eres ... todo lo demás... ¡papas!». Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que no sintiera cierto terror al oír expresión tan atrevida.

Pero Tónica se detenía, ruborizándose como si sintiera haber dicho demasiado, y miraba a su no vio confusa y avergonzada, mientras éste buscaba la linda manecita de ella para besarla repetidas veces, sin importarle la presencia de Micaela. La costurera consentía estas caricias. Conocía bien a Juanito. No había cuidado que pasase de ellas.

De cuando en cuando se echaba atrás hasta el punto de que sus cabellos me barrían los labios. No podía hacer un gesto de mi lado, que yo no sintiera en seguida su aliento desigual y lo respiraba como un ardor más. Tenía los dos brazos cruzados sobre el pecho, acaso para contener los latidos de su corazón.

No le repugnaba a Aarón lucir sus talentos, aun delante de un ogro, siempre que se sintiera en seguridad. Por lo tanto, después de algunos ademanes de falsa vergüenza, consistentes principalmente en restregarse los ojos con las manos y en mirar a Marner por entre los dedos para ver si éste deseaba ardientemente oírlo cantar, se dejó al fin poner erguida la cabeza.

Y ahora que usted es hipócrita, falsa, egoísta, peor que todas las demás...» Ella me dejaba hablar: vano era mi intento de sublevarla, de hacer que se sintiera ofendida: «Pero un día acabará usted misma por romper esa su hipócrita fidelidadagregué, «para caer en brazos de su nuevo amante... si acaso no se ha entregado usted ya a él...» Estas palabras fueron igualmente inútiles.

Tan segura como si le estuviera viendo, y le sintiera correr por los pasillos... ¡Es más salado, más pillín...!, bonito como un ángel, y tan granuja como su papá. ¡Ave María Purísima, qué precocidad! Todavía no ha nacido y ya sabes que es varón, y que es tan granuja como yo. La Delfina no podía tener la risa.

Palabra del Dia

vengado

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