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Actualizado: 21 de junio de 2025
El P. Fernandez se mordía los labios. Esas son muy duras acusaciones, dijo, y usted traspasa los límites de nuestra convencion. No, Padre; sigo tratando de la cuestion estudiantil.
¿Y cómo lo sabe usted? preguntó Sarto. Le dije cuanto sabía de aquella dama, y Sarto hizo un ademán de aprobación. Lo cierto es dijo pensativo, que ha tenido un disgusto serio con el Duque. Si quisiera podría sernos útil observé. Pero sigo creyendo que esa carta la ha escrito Miguel. Pienso lo mismo, pero quiero saberlo con certeza. Acudiré a la cita, Sarto. No; yo iré.
Debe usted ser dichosa en amores. Sí lo he sido, porque nunca tuve un novio tan insignificante como usted. Por más que usted piense otra cosa, doña Demetria, sigo creyendo que usted y yo haríamos una pareja muy linda... Ya sabe usted que en cuanto esos labios de coral pronuncien el ansiado sí, encargo el trousseau á Madrid... ¿Le gustan las camisas abiertas, D.ª Demetria?
»Calló, en diciendo esto, el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensativo que por un buen espacio no le pudo responder palabra; pero, en fin, le dijo: »-Con la atención que has visto he escuchado, Lotario amigo, cuanto has querido decirme, y en tus razones, ejemplos y comparaciones he visto la mucha discreción que tienes y el estremo de la verdadera amistad que alcanzas; y ansimesmo veo y confieso que si no sigo tu parecer y me voy tras el mío, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal.
MÁXIMO. ¿La visión de tu madre? Chiquilla, eso no es propio de un espíritu fuerte. Aprende a dominar tu imaginación... Ea, a trabajar. El ocio es el primer perturbador de nuestra mente. Sigo lo que me habías encargado.
Sí, lo que es el tiro me lo pego; vaya si me lo pego... Lo malo es que no tengo revólver... Se me está figurando que al fin y al cabo no me pegaré tiro ninguno. Es uno así, tan dejado, que no se arranca... Ya voy viendo yo que una cosa es decir uno de buena fe que se mata, y otra cosa es hacerlo... Pero en fin, yo sigo en mis trece, y al fin, me lo tendré que pegar, no habrá más remedio». vi
Puestos estaban en la baxa parte, Y en la cima del monte, frente á frente Los campos de quien tiembla el mismo Marte: Quando una, al parecer discreta gente, Del catolico vando al enemigo Se pasó, como en numero de veinte. Yo con los ojos su carrera sigo, Y viendo el paradero de su intento, Con voz turbada al sacro Apolo digo: Qué prodigio es aqueste? qué portento?
Salvador y Doña Hermenegilda se miraron a las diez de la noche, cuando los dos hermanos se quedaron solos, después de cenar, Salvador rogó a Navarro que se acostase. No será malo dijo este con mucha naturalidad , pues fatiga sobre fatiga, se llega a un punto en que no hay cuerpo que resista. Sigo tu consejo, pues no ha sido mala la jornada de este día. Salvador le acompañó a su alcoba.
No respondió Ramiro con frialdad; más falta hacéis a vuestro padre que a mí. Volveos de prisa y decidle muy secretamente que yo sigo para Toledo, adonde he de esperalle. Viendo que el clérigo y el labrador salían en ese instante de la posada, quitose con rapidez la sortija que llevaba en la mano derecha y diósela a la muchacha, diciendo: Tomad esta joya por si puede ayudaros en algo.
Sus rasone son poderosa, no tienen vuelta de hoja, lo comprendo perfectamente; pero no puedo juzgá a la humanidad tan mal; sigo creyendo que lo medio suave son preferible. La discusión de esta suerte era sabrosa para don Bernardo, y nada perdía con ello el joven cubano. Doña Martina le contemplaba con admiración y simpatía, participando de sus opiniones caritativas.
Palabra del Dia
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