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Actualizado: 12 de junio de 2025


Los muchachos, sentados en los bancos de la escuela, levantan con frecuencia los ojos de los libros de estudio para mirar con avidez el camino que conduce al arroyo; luego, cuando al salir se sienten libres, se dirigen con alegría hacia el charco profundo, donde retozones y alegres van á bañarse.

¡Un peligro! exclamó la de Ribert, contenta al ver al cura habérselas con la abuela. ¿Dónde ve usted ese peligro? Un peligro desde el punto de vista del matrimonio, se entiende explicó el sacerdote. Involuntariamente, al armar a las muchachas para el famoso struggle for life, las armamos contra el matrimonio. En el día en que sienten verdaderamente que son alguien, saben por esto mismo razonar.

Y el notario, con voz melosa, ampliaba su respuesta: «Buenos días, señor marqués.» «Buenos días, señor barónSus relaciones no iban más allá; pero Ferragut sentía por los nobles personajes la simpatía que sienten los parroquianos de un establecimiento, acostumbrados á mirarse durante años con ojos afectuosos, pero sin cruzar mas que un saludo.

Se puede tener una personalidad bien caracterizada sin caer en el horrible defecto que usted señala. He dicho «acaso» y no «ciertamente...» Hay en esto un escollo, un gran escollo. Muchas jóvenes añadió con tristeza más acentuada, mirándome con fijeza; muchas jóvenes de las mejores y de las más inteligentes, no sienten ya la necesidad de apoyarse en el brazo de un marido...

El nombre de Ulises Ferragut empezó á ser famoso entre los capitanes de los puertos españoles. Las aventuras náuticas de su primera época entraban por muy poco en esta popularidad. Los más de ellos habían arrostrado mayores peligros, y si le apreciaban, era por el instintivo respeto que sienten los hombres enérgicos y simples ante una inteligencia que consideran superior.

Pero..., pero que vamos, que hay que ponerse serio para decir ciertas cosas, mas es lo cierto, que en Tayabas la generalidad de los futuros papás, llevan su tradicional creencia, hasta jurar que sienten los mismos dolores que la mujer. ¿Qué tiene tu padre? decíamos en una ocasión á una muchacha. Tiene, señor, dolor de embarazo, nos contestó.

-Esta parte de queso y pan que os doy -respondió Sancho-, que Dios sabe si me ha de hacer falta o no; porque os hago saber, amigo, que los escuderos de los caballeros andantes estamos sujetos a mucha hambre y a mala ventura, y aun a otras cosas que se sienten mejor que se dicen.

El par quedó fuera de sitio, torpemente prendido, y uno de los palos se cayó con el movimiento de sorpresa de la bestia. Pero esto no importaba. Con la debilidad que las muchedumbres sienten siempre por sus ídolos, excusando y justificando sus defectos, todo el público celebraba risueño esta audacia.

Dios mío interrumpió Francisca, bastantes hay ya; no añada usted más... ¡Niña mimada!... Debe usted comprender, Francisca siguió diciendo la Fontane, que hay almas que sienten la necesidad de sacrificarse por el prójimo en un marco más ancho que el de la familia. Existen muchas nobles hermanas de la caridad, seglares.

Seguía Lucía con ojos inquietos la fisonomía de Juan, profundamente interesado en lo que, en uno de esos momentos de explicación de mismos que gustan de tener los que llevan algo en y se sienten morir, iba diciendo Ana. ¡Qué Juan aquel, que la tenía al lado, y pensaba en otra cosa!

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