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Actualizado: 12 de junio de 2025
Recordó Ojeda su vida en Buenos Aires años antes y las conferencias a que había asistido. Los pueblos jóvenes sienten el mismo afán de los escolares aplicados y curiosos, que, luego de oír las lecciones de los maestros, desean conocer las interioridades de su vida.
No sigas, Pepe dijo el doctor. Adivino lo que piensas. Soy un cursi. Conozco la frase: es un magnífico pararrayos para desviar el odio que instintivamente sienten todos contra esos hombres. Es cursi hablar mal de los jesuítas, afirmar que constituyen un peligro.
La juventud, que así significa en el alma de los individuos y la de las generaciones, luz, amor, energía, existe y lo significa también en el proceso evolutivo de las sociedades. De los pueblos que sienten y consideran la vida como vosotros, serán siempre la fecundidad, la fuerza, el dominio del porvenir.
Total, algunos centenares de miles de pesos perdidos en unas horas dijo con tristeza . Muchos se entusiasman con las hazañas de ambos bandos, y ven en ellas una continuación del valor español. «Es la herencia de España», dicen «blancos» y «colorados» para justificar esa necesidad que sienten de revoluciones y de golpes.
Yo me someto a la fuerza. Resignarse y someterse tranquilamente lo hacen los que no sienten con intensidad las desgracias. Supongo que no querrás decirme que yo no he sentido profundamente a tu padre. Debo creer que V. lo ha sentido mucho, porque era un modelo de padres, de hermanos y de caballeros. Así es, y te aconsejo que lo imites siempre.
El labriego, el artesano, el pequeño propietario, que pierden sus cosechas o las perciben escasas tras largas penalidades; que viven en casas pobres y visten astrosamente, sienten sus espíritus doloridos y se entregan por instinto, por herencia a estos consuelos de la resignación, de los rezos, de los sollozos, de las novenas, que durante todo el mes, durante todo el año se suceden en las iglesias sombrías, mientras las campanas plañen abrumadoras.
Los viajeros pasaban por entre las pacíficas familias de los lamantinos y de las focas, que se dejaban tocar. Los pingüinos y los mancos seguían á los navegantes, aprovechándose de sus comestibles, y, llegada la noche, guarecíanse bajo las ropas de los marineros. Nuestros padres estaban creídos, y no sin cierto grado de verosimilitud, que los animales sienten como nosotros.
Con el cuerpecillo cubierto de pelos y algo de cascarón adherido aún á semejante parte, corren alrededor de su madre, asombrados de todo: del cielo, de la luz, del aire, dándose el parabién por haber sabido escapar de aquel lóbrego huevo donde los tenían encerrados contra toda justicia y razón. Los patitos ven un charco, sienten bullir en su mente el genio de Colón, y zás... al agua.
Poesía puede haber; pero anda muy oculta bajo la dura ley social, que obliga a todos a decir la mitad, cuando mucho, de lo que piensan y de lo que sienten, y que al detener en los labios la expresión pintoresca y enérgica, engendra hábitos de convención elegante y de disimulo académico, a los cuales difícilmente se allana, ni siquiera para remedarlos, una naturaleza artística tan sana, robusta y viril como la de Pereda.
¡Ah, comediante!... ¡Ah, historiero!... Eres igual á tu padrino. Decía esto con una sonrisa ambigua en la que entraban igualmente su menosprecio por los idealismos inútiles y su respeto á los artistas; un respeto semejante á la veneración que sienten los árabes por los locos, viendo en su demencia un regalo de Dios.
Palabra del Dia
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