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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Digo, señor, replicó Roger, que estoy pronto á obedeceros ahora mismo. Pero ¿cómo apartarme de vos en estas circunstancias? Para servirme mejor y quizás para salvarme, Roger. ¿Y vos, Norbury? Por toda respuesta el escudero, no menos animoso que Roger, asió la cuerda y empezó á asegurarla firmemente en torno de una saliente roca.
Mi mamá ha dicho que hallándose un poco enferma, suspende por ahora las tertulias. ¿Y no salen? A misa van las cuatro los domingos muy temprano. Pero puedes ir a casa cuando gustes. Mamá te aprecia y siempre está preguntando por ti. Ahora precisamente, te ruego vengas conmigo para servirme de testigo. ¿De testigo? Sí. Mi mamá quiere castigarme porque le han dicho que me vieron ayer en un café.
Doña Luz sacó de su propio seno el medallón de que hablaba. Desde entonces llevo el medallón en mi seno, como memoria de mi padre. Los dos criados antiguos que conservo son listos ambos; pero ambos entraron en casa con mucha posterioridad a mi nacimiento, y de fijo no saben nada. Juana vino a servirme cuando tenía yo diez años. Tres años después entró Tomás de ayuda de cámara de mi padre.
Por otra parte el temor de que me atacase un pasmo, y la duda de si quedaria estropeado por causa de la adherencia de la piel al tendon, aumentaban sobremanera mis sufrimientos. Gracias á la Providencia el solo mal positivo que me resultó de todo esto, fué la imposibilidad de servirme de mi brazo durante algun tiempo. Esta especie es de un tamaño casi doble que el de la águila real de Europa.
De un momento a otro me la pondrían en la mano, y comenzaría a verse con qué «hígados» contaba yo para servirme de ella. Porque, si no era para esto, ¿para qué me la daban? Pepe Guzmán, en quien menos debía desconfiar yo, podría engañarme en cuanto a la sinceridad de su exposición de motivos; pero no en cuanto a la intención práctica de su consejo.
Pero, señor Simoun, preguntó el alto empleado, ¿qué saca usted con ganar virtudes de boquilla, y vidas y destierros y ejecuciones espeditas? ¡Pues mucho! Estoy cansado de oir hablar de virtudes y quisiera tenerlas todas, todas las que hay en el mundo encerradas en un saco para arrojarlas al mar, aun cuando tuviera que servirme de todos mis brillantes como de lastre...
Me ha proporcionado excelentes espaldares. ¿Y el criado que tanto te convenía y que te quité á peso de oro? Empezaba á servirme mal. ¿Y el descrédito que he arrojado sobre tus costumbres? ¡Bah! No me ha disgustado pasar por un vividor. En fin; todo lo que he hecho en veinte años que hace que te aborrezco, y que te lo pruebo, ¿ha sido perder el tiempo?
No contestó Delaberge; tengan la bondad de servirme en mi cuarto y háganme el favor de avisar mi llegada al guarda general... Necesito hablar con él esta misma noche. Algunos minutos después estaba ya instalado en la sala roja, reservada de ordinario a los huéspedes de importancia.
Afecté no advertirlo y, envolviéndome en una nube de humo, comencé a hacerle preguntas con fingida indiferencia. D. Sabino estaba con tantas ganas de servirme, que se pasó de amable. También daba feroces chupetones al cigarro para disimular su turbación, que no tardó en desaparecer. Me enteró de todo lo que quise y no quise saber.
Y en cuanto á la reverencia del pueblo, ¡ojalá que se convirtiera en odio y desprecio! ¿Crees tú, Ester, que pueda servirme de consuelo tener que subir á mi púlpito, y allí exponerme á las miradas de tantos que dirigen á mí sus ojos, como si resplandeciera en mi rostro la luz del cielo? ¿Ó tener que contemplar mi rebaño espiritual sediento de verdad y oyendo mis palabras como si fueran vertidas por uno de los escogidos del Eterno, y luego contemplarme yo á mí mismo para no ver sino la triste y negra realidad que ellos idolatran? ¡Ah! me he reído con intensa amargura y agonía de espíritu ante el contraste que existe entre lo que parezco y lo que soy verdaderamente! ¡Y Satanás se ríe también!
Palabra del Dia
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