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Actualizado: 4 de junio de 2025
De sus ascendientes rusos, medio orientales, había heredado una gran capacidad sensual que le hacía buscar á la mujer, y al mismo tiempo un desprecio inalterable por ella. La mimaba, pero no podía amarla; la adoraba, y se revolvía indignado siempre que pretendía colocarse á su mismo nivel.
Ya penetra en una sala griega, sensual, poblada de recuerdos heróicos, revelando el arte por excelencia, que toma todas sus inspiraciones de la naturaleza, pero que, á fuerza de ser imitativo y plástico, carecia de ese espiritualismo, celeste ó sombrío, poético siempre, que nació con la idea cristiana.
La fatigó en cambio con su apasionamiento celoso y adusto. Por eso ahora recordaba casi con encono su primer cariño por él y sus cartas de amor. En su imaginación propensa a exagerar los rasgos chocantes, la cara de Muñoz asomó con las cejas más juntas y más anchos los labios de gesto sensual y altivo. Todos sus pensamientos se ennegrecieron.
El maestro Eustaquio Bouteloup es el director de una sala de armas situada en el barrio Monceau; tres amplias estancias, adornadas con floretes, espadas, caretas y fusiles antiguos; el maestro es un hombre de estatura mediana y horriblemente musculoso; lleva puesto el peto de asalto; su rostro evoca un retrato de Velázquez; para completar la imagen, sólo le falta la gorguera... Este hombrecito es el rey de la espada y su lección pasa por infalible; no ama mas que su arte y experimenta un placer sensual manejando espadas.
Y aquí han nacido y han muerto sus descendientes, y han mezclado su parte terrenal con el suelo, hasta que una porción no pequeña del mismo debe de tener estrecho parentesco con esta envoltura mortal en que, durante un corto espacio de tiempo, me paseo por sus calles. De consiguiente, el apego y cariño de que hablo, viene á ser simplemente una simpatía sensual del polvo hacia el polvo.
La tragedia de su padre se juntaba en su pensamiento a otras historias oídas en la reserva de alguna confidencia. Su abuelo, un hombre piadoso y sensual, se había dejado matar, sorprendido en la alcoba de su amante, por faltarle la voluntad de herir con la espada que el marido caballeresco le arrojara a las manos.
Esa tarde, como nunca, su belleza surgía pálida y sensual, de la suntuosa quietud de la sala iluminada. Tan brusca fué la sacudida, que me hallé sentado en el diván, mirándola. ¡Diez y ocho años... y con esa hermosura! Ella me vió llegar sin hacer un movimiento, y al inclinarme me miró con fría extrañeza. Sí... murmuré.
Convengo en que un brahman puede haber compuesto la copla que acabo de decirte traducida. Tal vez yo en la traducción le he prestado una apariencia europea que en el original no tiene. Oye ahora la última composición. El poeta desciende en ella de las elevaciones místicas, y se abate y se humana como cualquier enamorado con el amor terrenal y sensual que las mujeres inspiran.
Según la pareja que lo baila, puede tocar en los extremos: o fantásticamente espiritual o desvergonzadamente sensual; habla al alma o a los sentidos. Todo depende de la almea. Refieren que un arzobispo vió de una manera casual bailar la mozamala, y volviéndose al familiar que lo acompañaba, preguntó: ¿Cómo se llama este bailecito? La zamacueca, ilustrísimo señor. Mal puesto nombre.
Su posición era muy parecida a la que tenía cuando le había encontrado por primera vez. No es aventurada la semejanza. Aquella naturaleza fácil y sensual, a la que la bebida había dado una exaltación fantástica, era de temer que encontrase en el amor algo parecido al arrebato alcohólico. Opino que el mismo Sandy estaba vagamente convencido de esta verdad.
Palabra del Dia
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