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Actualizado: 4 de junio de 2025
En su recuerdo indeleble aquella faz espantosa Ayela guardado habia; y aquella mirada odiosa, sensual y repugnante que la contemplaba absorta, era la mirada misma de aquella terrible hora; y él, que de Ayela tenía en su conciencia la copia, la devoraba mirándola con expresion misteriosa, mezcla de amor y de espanto y dulce á la par que torva.
Más era: había amor sublime que no era el amor sensual, por alambicado y platónico que éste quisiera considerarse.... Amar a la mujer... siempre era amar a la mujer. No, otra cosa.... Amor de varón a varón, de padre a hijo. ¡Un hijo, un hijo de mi alma! Ese es el avatar que yo necesito. ¡Un ser que sea yo mismo, pero empezando de nuevo, fuera de mí, con sangre de mi sangre!
La historia amorosa de Nieve y cieno sería tan grata y apacible, aunque harto menos sensual y mucho más etérea, que la de Dafnis y Cloe, si no fuese, como ya queda indicado, por el pícaro Lucas, hijo del cacique.
Había allí algo poéticamente sensual, cuya influencia era tanto mayor cuanto más puro era su origen. Lázaro tendió la vista en torno suyo, aspirando con fuerza aquel ambiente embriagador, cual si quisiera asimilarse algo de lo que la pertenecía. El espíritu y la materia, lo casto y lo lascivo, le hablaban embargando su alma y sus sentidos.
Lee lo que pasa en los corazones de ambos: en el de la una, un orgullo satánico, y en el del otro, un amor sensual que lo trastorna, y saborea ya su próxima venganza.
Carmen se asomó a mirar. Allí estaba Fernando, esbelto, seductor, con su cara pálida y fina, su bigote negro, sus ojos endrinos y soñadores. Tenía despejada la frente, rizo el cabello obscuro, y sensual la boca, sonreidora y correcta. Entró el viajero en el zaguán, y quedóse la muchacha fascinada, dudando si en efecto sería aquel Fernando Alvarez de la Torre hijo de doña Rebeca.
Su antiguo amor no le abandona, y forma el proyecto de robar á Julia del convento; pero cuando ella se inclina á acceder á sus deseos, retrocede él, temblando, al observar en su pecho el signo de la cruz. Julia, entonces, arrastrada de una pasión sensual y censurable, se escapa del convento y sale en su persecución.
El deshonor, la muerte, todo lo creo preferible á la miseria... Yo, que no temo los peligros, me siento cobarde al pensar en la pobreza. Moría la madre, crédula y sensual, fatigada de esperar una fortuna sólida que no llegaba nunca.
Sobre el rumoreo de las conversaciones, vibraba alguna fina risa femenina y él volvía los ojos para reconocer a la que había reído. A la sola idea de que Adriana estaba allí, tan cerca de él, un desfallecimiento corría por todo su ser. El aire de la sala, tibio, sensual, y el deslumbramiento de las luces, contribuían para enervarle.
No conozco el amor, pero sé que hay dos clases: uno el que tiene por objeto exclusivamente el goce sensual que nos equipara a los brutos, y otro el amor puro de dos almas que se completan, de dos corazones que se unen para gozar y padecer al mismo tiempo, para formar uno solo hasta la muerte.
Palabra del Dia
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